Los últimos movimientos de López Obrador mas que de transición, son de imposición. A dos meses de que concluya su mandato, el Presidente y sus legisladores –esos que sólo siguen órdenes y no le mueven ni una coma a las iniciativas del Ejecutivo– se empeñan en seguir decidiendo la agenda de Claudia Sheinbaum.

Lo anterior no es una presunción ni una hipótesis. En su conferencia del martes 30, la Presidenta electa dejó entrever que la reforma por la que desaparecen los Órganos Constitucionales Autónomos (OCAs) no es prioritaria: “Son 18 reformas […] primero iría la judicial, más el tema de pueblos indígenas y afromexicanos, y programas sociales que se eleven a rango constitucional, y después estaríamos revisando las demás”.

Sheinbaum dejó claro que la legislatura que iniciará funciones en septiembre y que la acompañará los primeros años de su gobierno, se dedicará a sacar la agenda de Andrés Manuel, pero a sus tiempos. Con todos los problemas y vacíos que tienen dichas reformas.

La confusión de la Presidenta electa sobre el papel de vigilancia ciudadana que tienen los órganos constitucionales autónomos ha salido a relucir. A pregunta expresa sobre el dictamen de desaparición de los órganos autónomos, ella respondió que “la idea de la reforma es que no desaparece su función, sino que se incluyen dentro de las secretarías. Por ejemplo, un tema que preocupó mucho a los investigadores de biodiversidad fue el tema de la Conabio, no se trata de desaparecer la investigación y a los investigadores de la Conabio, sino que se integren de una manera distinta a la Semarnat”.

Hay que partir de que la Conabio no es un órgano constitucional autónomo, sino que es un organismo intersecretarial (depende de 10 secretarías) una de ellas la Semarnat. Las diferencias entre López Obrador y Sheinbaum en este asunto pueden responder a dos razones: la primera es que Claudia dijo esto para ganar tiempo y no decir contundentemente que la desaparición de los OCAs no es parte de su agenda; la segunda, es que lo haya dicho por desconocimiento –no solo de qué son y para qué sirven los OCAs– sino del propio dictamen que se discutirá hoy en la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados; en el cual no se contempla a la Conabio.

Ayer el Presidente se preguntó en la mañanera: “¿de qué sirve la transparencia? El INAI […] ¿Cuánto nos cuesta? Mil millones, mil millones al año”. Para él desaparecer al Instituto que obliga a los poderes a entregar información pública, sí es una prioridad y hará todo para que se apruebe, sea o no prioridad de su sucesora. Veremos a quién le hacen caso las y los legisladores que entren en septiembre.

De tratarse de gastos injustificados, Elsa Rebollar Plata, directora general de Programación, Integración Presupuestaria y Seguimiento al Gasto de Hacienda (SHCP), informó que el Tren Maya y la refinería Dos Bocas han costado desde su inicio, un total de 750 mil millones de pesos. Es decir, los datos oficiales indican que las obras del Presidente han costado 750 veces lo que cuesta el INAI en un año.

La Cofece, la CNH, la CRE, el IFT, el Coneval, el INAI y el Meroredu son instituciones indispensables para el control democrático ciudadano de todos los sectores. NO es una casualidad que a la par de desaparecerlos, se aseste la toma del Poder Judicial. Como lo he dicho antes, lo que quieren es el control del Estado. Veremos cuánto resiste Claudia.

Al Presidente no le preocupa el gasto irresponsable de recursos públicos, sino que le incomoda la rendición de cuentas. No está dispuesto a que nadie cuestione ni fiscalice a la 4T. Algunos todavía tienen la idea de que Sheinbaum no comparte la urgencia de desmantelar el control democrático ciudadano. Esta será una oportunidad de defender incluso su propia autonomía.

@MaiteAzuela

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