Prácticamente desde el inicio del siglo pasado, la organización colectiva de trabajadores del Metro de la Ciudad de México comenzó a adquirir poder y fuerza en los espacios de trabajo. En el caso del Metro de la Ciudad de México la operación diaria depende en gran medida de sus sindicatos. El mantenimiento preventivo y en especial correctivo de igual forma. Durante mucho tiempo se reciclaban piezas viejas para rearmar vagones o elementos de la infraestructura.  
 
Quien define las prioridades de los temas presupuestarios del sistema es justamente la junta general del Metro, así que ahí confluyen muchas visiones divergentes de distintas autoridades, incluyendo las representaciones de los sindicatos: los temas de horarios, guardias, turnos, priorización de mantenimiento etc. De la habilidad o la incapacidad de llegar a acuerdos transparentes entre la Dirección General Administrativa y los sindicatos.  
  
Entre los sindicatos más importantes destacan el Sindicato Mexicano de Electricistas (1914), el Sindicato de Trabajadores de la UNAM (1971), el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (1950), el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (1943), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (1979) y, por supuesto, el Sindicato de Trabajadores del Sistema Colectivo Metro (1970). Todas estas organizaciones sindicales tienen algo en común: controlan una buena parte de la operación de las instituciones que son sus patronas. Luego de al menos 50 años de existir, más que ser contrapartes, las patronas y sindicatos se han se han difuminado en una misma entidad. Y no es que los sindicatos se hayan hecho de los medios de producción y derrocado a sus patronas, como lo impulsaría la utopía marxista, más bien, han acordado la forma de repartirse el pastel, afectando a usuarios y a trabajadores sin ninguna consecuencia. 
 
De 2016 a 2018 el presupuesto anual destinado al Metro mantuvo una tendencia de crecimiento. Pasó de 15 mil 849 millones de pesos a 17 mil 548 millones. Luego, cuando le tocó al actual gobierno de la ciudad asignar el presupuesto, no se incrementó un solo peso hasta el 2021. En 2022 se incrementó a 18 mil millones. ¿Entonces, por qué sucede una tragedia? Es aquí donde cobra relevancia la mancuerna entre los sindicatos y la Dirección General administrativa del Metro. ¿A dónde se destinan esos recursos? A esto, hay que sumar la administración financiera de los boletos que los usuarios pagan a diario, ya que ese boletaje no es como tal un impuesto.  
 
Otra perspectiva para revisar en dónde están las fallas es entender que en el centro de operaciones del Metro (lugar donde se monitorean las estaciones y los trenes) hay autoridades operativas (justamente de la Subdirección que dejó el cargo por los sucesos de la Línea 3).  Pero la operación en ese centro está en manos del personal de los sindicatos, en su mayoría. Cuando Claudia Sheinbaum habla de sabotaje en el Metro, ¿se refiere a los sindicatos? Si es la colectividad de trabajadores quien tiene en sus manos la operación del Metro, entonces la jefa de gobierno debería explicitar a quién acusa cuando se habla de sabotaje.  
 
Contrario a ello, el líder sindical del Metro sostuvo en entrevista que los 19 mil millones presupuestados para 2023 no son suficientes porque prácticamente todo el presupuesto está comprometido. Pareciera que entonces la reparación y mantenimiento de la infraestructura dependen de los trabajadores, pero a la vez no hay presupuesto, entonces ¿las víctimas son los sindicatos y el sabotaje viene desde la administración del gobierno de la ciudad? 
 
Lo cierto es que la infraestructura del Metro, con sabotaje o sin él no ha recibido el mantenimiento adecuado. Apenas este año se puso en marcha la renovación de la Línea 1 con todo y las afectaciones mayúsculas a los usuarios. En ese orden seguirían la Línea 2 y la Línea 3 en recibir mantenimiento y renovación total. Pero el mantenimiento del Metro y el presupuesto millonario seguirán siendo insuficientes mientras los distintos sindicatos y la Dirección General tengan conflictos de facultades indiferenciadas. La presencia de la Guardia Nacional es una acción desmedida contra la desconfianza en el sindicato por parte del gobierno. Y las reacciones que se deriven de ella podrían ser igualmente desproporcionadas.

@MaiteAzuela

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