Salió de su casa rumbo a la tienda aproximadamente a las 10 de la mañana. Lo hizo acompañada de su mamá y de su hermana. De pronto fue sorprendida por un grupo de hombres y mujeres que bajaron de un vehículo color negro, quienes sin mediar palabra comenzaron a jalonearla para intentarla subir al automóvil. Ese momento marcaría un antes y un después en su vida.

Su mamá vio cómo la sometían para subirla al auto, pensó que se trataba de un secuestro y trató de impedir que se la llevaran. Pero fue rebasada por la fuerza, y entre el forcejeo cayó al piso sin poder impedir la cadena de injusticias que vendrían para su hija.

Jessica recuerda que en cuanto la subieron al auto le pusieron una capucha y la recostaron en el piso del asiento trasero. El auto se detuvo y seguía ella seguía sin saber qué estaba pasando, hasta que escuchó que los que la privaron de su libertad, le hablaron a una persona a quien se dirigían como ‘comandante’ diciéndole “ya la tenemos, ya tenemos su encargo”.

Dentro del vehículo detenido escuchó que el comandante dijo “ya saben qué hacer”. Inmediatamente después escuchó unos cierres de pantalón y palabras obscenas. Al poco tiempo escuchó que alguien hizo una llamada preguntando si ya tenían autorización para meterla porque ya traían un problema por secuestro y necesitaban presentarla.

Cuando le quitaron la capucha se dio cuenta que se encontraba en el estacionamiento de la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), hoy FEMDO (FGR). La ingresaron en aquel edificio en el que ya la esperaba la Agente del Ministerio Público Esmeralda ‘N’, quien dijo “Sí, sí es ella, ingrésenla”.

Dejaron a Jessica en esa sala, de pie aproximadamente tres horas. Ella asegura que había un reloj sobre el muro y por eso pudo medir más o menos el tiempo. Sin dejarle saber el motivo por el cual estaba detenida, solo le pasaban papeles para firmar mientras le decían “te vas a chingar”.

En los separos le pidieron que se quitara la ropa interior. Constantemente la agente del ministerio público Esmeralda ‘N’ bajaba para decirle que ya se había chingado y que iba a empapelar a su familia. Todo el tiempo la llamaban por el nombre de Ana Cristina, sin darle siquiera oportunidad de decir que ella no se llamaba así.

Han pasado 11 años de eso, y Jessica describe que el peor momento que vivió fue cuando: “bajó la licenciada Esmeralda y me pidió señalar e identificar a unas personas en unos documentos. Cosa que no hice. Muy enojada me dijo que ya había ido a catear mi domicilio y se fue. Tardó unas horas en volver a bajar y le dijo a uno de los oficiales ‘dale lo que le gusta”.  Después la llevaron a un cuarto cerca de los cuartos de cámaras, la ingresaron, la violaron y torturaron. La voz de Jessica se resquebraja mientras lo narra.

La recomendación de la CNDH 28VG/2019 documentó que, en dicho cuarto, dos mujeres sujetaron de los brazos a Jessica mientras un hombre le hacía tocamientos “sobre sus ropas” y otro hombre la obligó a que le practicara sexo oral.

Jessica fue liberada 10 días después de haber sido detenida. ¿La razón? No había elementos para señalarla.

En 2023, un juez de amparo ordenó a la CEAV reparar integralmente a Jessica y a su familia. Pero a la fecha no hay ninguna autoridad en prisión por estas violaciones a derechos humanos.

Esta semana, la Agente del MP Esmeralda ‘N’, luego de estar años prófuga, se puso a disposición del juez para que determine si es vinculada a proceso

Es el Juez de Distrito con sede en el Reclusorio Norte quien tiene la posibilidad de iniciar un juicio de acuerdo con los estándares aplicables en casos de tortura sexual.

La siguiente semana continuaré compartiendo la agonía que Jessica y su familia han atravesado para que se haga justicia.

@MaiteAzuela

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