“La gasolina en nuestro país está 10 pesos más barata que en Estados Unidos, y ¿por qué también lo hacemos? Bueno porque se ayuda a la economía popular y se controla la inflación. En España, estos 3 meses, la inflación, 9.5%; Estados Unidos estaba 7.8%, nosotros 7.2%… Hemos podido controlar la inflación, por el manejo en los precios de los combustibles, y lo mismo vamos a hacer en el caso de los alimentos si se prolonga la inflación o si se mantiene alta la inflación porque perjudica mucho el ingreso de los trabajadores”, nos dijo el presidente López Obrador en su mañanera del 31 de marzo.

A su vez, el lunes 4 de abril señaló que su gobierno está preparando “un plan de producción de alimentos” para que también haya oferta y poder así controlar la inflación de la canasta básica.

Anunció en su conferencia matutina en Palacio Nacional que “lo mejor para enfrentar la inflación es producir, que haya oferta, pero también ayuda el control de precios" y sentenció: “El propósito básico es gobernar en beneficio del pueblo… analizamos y decidimos de acuerdo a lo que más conviene al pueblo”.

Gabriel Zaid, en su libro La Economía Presidencial, nos dice: “¡Pero qué bonito es decretar!… y por supuesto estos cambiazos son muy fáciles verbalmente, son decretables de la noche a la mañana! Pero no hay tal poder sobre el mundo de las realidades, ya que lograr más producción toma tiempo”.

Con esta disparidad entre el discurso y la realidad, el presidente nos está anunciando “el control de precios”. Una medida que tuvimos en los 70 en el viejo régimen priista y que generó grandes distorsiones en la economía del país y que se creía superada, pero como ya se ha dicho, efectivamente AMLO pretende que México regrese al pasado populista.

Se oye muy bonito decir que el gobierno controlará los precios en beneficio del pueblo para que el voraz empresario no abuse del pueblo bueno. Pero este discurso fomenta la lucha de clases y promueve el populismo, la demagogia y la mentira.

La inflación es un aumento generalizado de precios por desajustes entre la oferta y la demanda, entre la producción y el consumo. Este desajuste puede ser motivado por muy diversas causas sean estas monetarias o de producción, o ambas, como sucede ahora ante la recuperación económica después de la pandemia y los efectos económicos de la guerra de Rusia y Ucrania.

Igualmente, la demanda se vio presionada por los excesos de liquidez que muchos gobiernos inyectaron para aminorar los daños económicos de la pandemia y de la baja de tasas de interés por parte de muchos bancos centrales del mundo.

La inflación en México no es, como lo señala perversamente López Obrador, por el abuso de los empresarios que requieren que “papá gobierno” les controle sus precios.

México es un gran importador de alimentos, granos y oleaginosas; ni siquiera es autosuficiente en maíz por lo que importa millones de toneladas de maíz, sorgo, soya, trigo, cebada, frijol y arroz entre otros; en cárnicos se importa carne de bovino, puerco y pollo.
No corresponde al gobierno decidir a cómo se tienen que vender los productos o servicios que produce, comercializa o presta el sector privado.

Además, el presidente López debe aclarar cuál es su plan cuando dice “lo mismo vamos a hacer en el caso de los alimentos”. ¿Controlar precios o subsidiar productos? Porque lo que está haciendo con las gasolinas es subsidiarlas.

Ingeniero industrial y empresario

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