En los primeros tres meses del año, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido que aprender una lección, o por lo menos recordarla: que para gobernar México y para que trascienda su movimiento se requiere no sólo de una buena relación con el Ejército, sino de no alinear los intereses a los de nuestro principal socio comercial, Estados Unidos.
La serenidad y diplomacia del presidente Joe Biden, que contrasta con la del estridente Donald Trump, debieron haber sido clave para que López Obrador olvidara o minimizara durante algunos años ese principio. Sin embargo, el actual escenario lo obliga a entregar cuentas a un vecino del norte que empieza a despertar sus deseos ocultos de intervención.
La violencia y la inseguridad es el tema que ha prendido las alertas en Estados Unidos, las cuales están encendidas también de este lado de la frontera en la administración federal, aunque públicamente el presidente y su gabinete nieguen la realidad que se estrella en su cara todos los días con los homicidios, masacres, atentados y más.
En medio de una crítica constante a los gobiernos del periodo neoliberal es que se ha echado mano de las Fuerzas Armadas para combatir a la delincuencia, con un marcado desgaste de la institución militar, compensado presidencialmente por un sinfín de privilegios.
El Ejército construye, administra y hasta cierto punto gobierna con un poder cada vez menos limitado, pero concentrado sólo en un grupo de generales, con beneficios que no llegan a la tropa.
La dependencia que encabeza Luis Cresencio Sandoval ejerce actualmente un presupuesto que rebasa los 112 mil millones de pesos, sin contar los 143 mil millones que se destinan a los megaproyectos que administra, a discreción, bajo el argumento de la Seguridad Nacional.
La medición de Global Firepower 2023 ubica al Ejército mexicano en el lugar 31 de entre los 145 más poderosos del mundo, por su poderío bélico, cantidad de elementos y por los recursos económicos que tiene a su disposición.
Las Fuerzas Armadas nacionales tienen el décimo tercer lugar en el ranking tan solo por su poder adquisitivo y ocupan el lugar 17 si únicamente se contempla la cantidad de elementos activos. En perspectiva, México se puede comenzar a comparar, por lo menos en los números económicos, con ejércitos como el de China, Corea del Sur, Rusia o incluso el de Estados Unidos.
Aun así, el domingo pasado unos 2 mil soldados en activo, retirados y jubilados marcharon en varias ciudades del país para exigir que se termine con los supuestos abusos contra militares por parte del Ministerio Público, una movilización que desde Palacio Nacional se denostó desde unos días antes de que sucediera.
Las consignas de la protesta llamaban a respetar además los derechos humanos de los militares, acusados de excesos en el combate contra el crimen organizado, y clamaban un mejor trato para las tropas. Además, se exigía la libertad de los soldados detenidos por matar a tiros a cinco jóvenes en Nuevo Laredo, Tamaulipas, lo cual fue confirmado este miércoles por el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas.
Todo sucede en Tamaulipas, donde fueron secuestrados los cuatro ciudadanos estadounidenses que detonaron el escrutinio del gobierno de Biden, y que exaltaron a un bando republicano para solicitar el ingreso de sus Fuerzas Armadas al combate del crimen organizado en territorio mexicano.
El exgobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca estaba en lo cierto: el estado se está saliendo del control del actual mandatario morenista, Américo Villarreal. Sus palabras fueron como un vaticinio, pues se expresaron días antes de que ocurriera el secuestro de los ciudadanos estadounidenses.
Las riendas de un estado fronterizo en manos de los narcotraficantes es un riesgo y una preocupación para Estados Unidos, porque así como Matamoros hay muchas otras ciudades controladas por los criminales.
Posdata 1
El presidente Andrés Manuel López Obrador inaugurará hoy la 86 Convención Bancaria que por primera vez salió de Acapulco para instalarse en Mérida, Yucatán.
Se anticipa un discurso neutral del presidente hacia los banqueros. En un contexto de crisis de bancos en Estados Unidos, por el acelerado aumento de tasas de interés, México requiere de mensajes de certeza y respeto al marco legal por parte de las autoridades mexicanas.
El ruido que generó la decisión de la tesorera de la Federación, María Elvira Concheiro, de cancelar varias cuentas con bancos privados, a los que ha llamado “parásitos”, bajo el argumento de un supuesto reordenamiento de cuentas, va a estar presente en la reunión del sector financiero.
Si bien hay pendientes como la venta de Banamex, las altas tasas de interés, la política monetaria del Banco de México y el muy posible relevo en la presidencia de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, no se prevé que el presidente quiera revelar algo en un foro de “machuchones”. Se lo reservará para la “mañanera”, donde sí le habla a sus bases.
Posdata 2
Como lo adelantamos ayer en Twitter, previo a la confirmación del senador Ricardo Monreal, el presidente López Obrador decidió vetar el nombramiento de los comisionados del Inai, Ana Yadira Alarcón Márquez y Rafael Luna Alviso, que el Senado remitió al Ejecutivo el 1 de marzo pasado, tras casi un año de estar vacantes.
La cercanía de por lo menos uno de los comisionados a Monreal habría sido motivo del veto que le comunicó por la tarde el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, al presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado. Ahora sí perdió una de las suyas Monreal.
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