En este país de contrastes, las diferencias se acentuaron durante la conmemoración del Día de la Independencia en este 2024. Algunos festejaron eufóricos luego de la aprobación de la Reforma Judicial, mientras otros no encontraron motivos para celebrar precisamente por ello.

México se ha ido quedando sin contrapesos para el poder presidencial. Para unos eso representa una conquista; para otros es el fin del régimen democrático. El problema es que esas diferentes percepciones de los muchos cambios constitucionales recientes, nos han llevado a un nivel de confrontación peligroso. No hay diálogo ni ánimo de construir en conjunto.

Por otro lado están aquellos que no pudieron disfrutar de las fiestas patrias por la violencia que afecta a sus estados. En Culiacán y otros municipios de Sinaloa, grupos criminales han bloqueado carreteras, han incendiado vehículos y han sembrado el terror. Desde hace varios días no hay clases y el jueves pasado el gobernador, Rubén Rocha Moya, anunció que se suspendía el festejo del 15 de septiembre. Tuvieron solo un evento protocolario “como forma de honrar a la Patria y a los héroes que nos dieron libertad”. Curioso que hable de libertad en esas circunstancias.

Pero no es solamente Sinaloa, también algunos municipios de Durango, Chiapas, Michoacán, Guanajuato y Oaxaca se quedaron sin fiesta por la inseguridad.

Urge escuchar y atender a todos esos mexicanos que se quedaron sin fiesta anoche y sin tranquilidad desde hace meses o incluso años. La narrativa de “aquí no pasa nada” y la estrategia de culpar a “la prensa amarillista” es un insulto para quienes viven con miedo y nunca saben si regresarán con bien a casa.

Todo esto estará pronto en manos de la futura presidenta, Claudia Sheinbaum. Se trata de retos inmensos, pero para enfrentarlos contará con una concentración de poder sin precedente en la historia del México moderno. Ojalá parta de un diagnóstico realista de la situación de inseguridad, y ponga su empeño y recursos en mejorarla.

Ojalá también tome en cuenta a aquellos que aún nos atrevemos a discrepar. Si bien heredará un sistema en el que no será necesario dialogar con la oposición para impulsar cualquier cambio, es crucial que tenga una convicción democrática que la lleve a escuchar a quienes piensan diferente. Además, las mejores soluciones son las que se crean a partir de equipos diversos e incluyentes.

Lo óptimo es que todos estemos invitados a seguir construyendo juntos un mejor país. Lo ideal será que en el 2025 podamos celebrar unidos, desde nuestras coincidencias y nuestras diferencias, pero con el objetivo común de trabajar a favor de México.

@PaolaRojas

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