Renata tenía dieciséis años y padecía de leucemia linfoblástica aguda. El testimonio de su mamá, Mitzi Marrón, cuando aún daban juntas la batalla en contra de la enfermedad era desolador. Su desesperación por conseguir los medicamentos era enorme. Lamentablemente, a pesar de todos los esfuerzos, su hija murió el 8 de septiembre pasado.
Cuenta que en el Instituto de Cancerología no tenían las ampolletas que necesitaba para el tratamiento. Eran 17 y cada una costaba más de 30 mil pesos. Pero no solo escaseaban las medicinas, en ocasiones no había ni gasas en el hospital. “Es una desesperación porque no sabíamos a dónde acudir para tener el medicamento. Me acerqué a asociaciones y me donaron algunas ampolletas. Realmente son ellos los que me apoyaron.”
En pleno duelo, Mitzi sigue hablando de lo ocurrido porque considera que así puede ayudar a otros padres con hijos enfermos. “Así como le tocó a mi hija, hay muchos otros niños igual. Hay personas de todas las edades. Hubiera querido tener el dinero para el tratamiento de mi hija. Ya no está con nosotros, pero espero que con esta entrevista se dé un paso para que puedan tener medicamento los demás.”
No solamente pide que haya acceso a las medicinas para quienes siguen en esa batalla, pide también que ya dejen de atacarlos. “Todo eso no es política. Es la realidad que estamos viviendo. Fui a la marcha, pero las autoridades no lo ven. Me gustaría que se acercaran de verdad a los hospitales porque mucha gente se está muriendo.”
Es increíble que sean cuestionados y hasta señalados de golpistas por parte de Hugo López-Gatell solo por pedir ayuda. Tienen que lidiar con el dolor de tener a un hijo enfermo, la impotencia por no tener acceso al tratamiento y el temor a que haya represalias por atreverse a hacer públicos sus casos. Han quedado en medio de una polémica y un descrédito que no merecen. Ojalá que de una vez por todas haya grandeza y generosidad por parte de todos los que se refieren a ellos. Ojalá que quienes los buscan o mencionan se enfoquen en ayudarlos y dejen de intimidarlos. Ojalá la energía y el tiempo se enfoquen en resolver el desabasto de medicamentos y no en atacar a quienes lo padecen.