Empezamos el año con una nueva presidenta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Julio Santaella Castell, quien fue titular del Inegi desde 2016, no fue ratificado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Se trata de un muy reconocido experto en estadística que venía haciendo un muy buen trabajo, pero el ejecutivo prefirió a alguien cercano y propuso a Graciela Márquez. Ella encabezó la Secretaría de Economía y tiene una muy sólida formación académica. Sin embargo, existe la preocupación de que la autonomía del Instituto se vea vulnerada por su cercanía con el presidente. Él mismo dijo, cuando la propuso en diciembre de 2020 para ser miembro de la Junta de Gobierno del Inegi, que el propósito era tener ahí a una representante vinculada a su gobierno.

Con Julio Santaella al frente, el Instituto difundió muchas veces números que incomodaban en Palacio Nacional. Un ejemplo muy doloroso es la cantidad de personas muertas que ha dejado el Covid. Desde el inicio de la pandemia ha habido muchos cuestionamientos a las cifras de contagios y fallecimientos reconocidos por la Secretaría de Salud. Gracias al Inegi pudo demostrarse que los datos oficiales en torno a la pandemia no son reales. Bastó contar con el conteo de exceso de mortalidad en el 2020 para comprobarlo. La autoridad tuvo que reconocer que había un “subregistro” en las gráficas que mostraba cada tarde en su conferencia de prensa sobre salud. Por cierto, han pasado los meses y sigue sin corregirse ese “subregistro”, por lo que cada día se sigue difundiendo lo que ya se reconoció como una mentira.

Otros datos “incómodos” fueron los presentados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. El Coneval se encarga de medir los niveles de pobreza. A partir de datos del Inegi, encontró que hay un aumento de entre 8.9 y 9.8 millones de mexicanos con un ingreso inferior a la línea de pobreza. La pandemia es el principal factor en este aumento de las carencias económicas, pero más allá del origen, son cifras que ningún gobierno quisiera tener.

Graciela Márquez tiene un importante reto. Ella misma destacó lo que su nombramiento representa en términos de paridad de género: “Ser la primera mujer en la presidencia del Inegi me anima para seguir construyendo una sociedad más igualitaria e incluyente”, escribió en redes sociales. De ella depende que se respete la autonomía del Inegi. Es crucial porque necesitamos datos reales por incómodos que sean. Un diagnóstico correcto es el punto de partida indispensable para alcanzar soluciones efectivas. La compleja realidad con la que empieza este año requiere de trabajo eficiente, no de simulación. Está en sus manos que se siga realizando una tarea técnica que no se contamine con la política.

@Paola Rojas

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