Como en las antiguas culturas amazónicas, que reducían intencionalmente las cabezas de sus enemigos como un ritual de victoria, el viejo partido ha entrado en un proceso de jibarización, en el que empieza a achicarse y a reducir su peso y su tamaño político para borrar los últimos vestigios de lo que fue el otrora partido todopoderoso que gobernó por siete décadas y media a este país, para convertirse ahora en un nuevo partido satélite del régimen de la 4T y en una franquicia política que, como el Verde o el PT, apuesta a ser un redituable y jugoso negocio político.

El extraño y polémico fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que decidió, con su mayoría de tres magistrados, legitimar la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas, y desechar los argumentos con los que el INE había declarado ilegal y violatoria de los estatutos internos la reforma reeleccionista y la atropellada Asamblea Nacional en la que fue aprobada, terminó siendo más que un “regalazo” político para el dirigente nacional del PRI; también fue un revés mortal e inatacable para la disidencia priista que, entre sospechas de “arreglos y negociaciones” entre Morena, Moreno y los magistrados electorales, se quedan sin opción para seguir militando en su partido.

No es casual que liderazgos como el de Manlio Fabio Beltrones, el senador que ya había sido expulsado de la bancada priista, anuncien que a partir de la “interpretación torcida de la legalidad” que tomó el Tribunal Electoral, se retiran de la militancia activa en su partido y toman distancia de su dirigencia nacional y de la nueva ideología reeleccionista del PRI. “Hoy el PRI queda a la deriva y carece de futuro y congruencia… lo deja en la tentación del secuestro y queda expuesto a un mayor deterioro por el manejo exclusivo de una persona y de sus intereses personalísimos. Debido a ello he tomado la decisión de separarme de los trabajos y deslindarme de las acciones de la dirigencia del partido”, dijo ayer el senador Beltrones.

Lo mismo anunció Dulce María Sauri, igual que Beltrones exdirigente nacional priista, que se declaró “en hibernación” en cuanto a su militancia partidista, aunque dijo que seguirá haciendo política desde otras trincheras. Y serán muchos más los priistas que, como en mazorca, comiencen a desgranarse y a tomar distancia del PRI de Alito Moreno, que de esa manera logra también su cometido de sacudirse a todos aquellos que no estén de acuerdo con su nueva política para el priismo, que consiste básicamente en renunciar a volver a ser el partido de masas que algún día fue, para convertirse en un modelo de negocio político usufructuado, en sus aún millonarias participaciones federales, y en los acuerdos y arreglos que se puedan hacer con el gobierno de Claudia Sheinbaum, por Moreno y su selecto grupo político.

Es decir que, contra la tantas veces pronosticada muerte del PRI, al que sus críticos y detractores ya habían declarado muerto en el año 2000 cuando perdieron por primera vez la Presidencia de la República, y al que, después de 2018 López Obrador se encargó de desangrar y transfundir a Morena a las bases, estructuras clientelares y hasta los más dudosos liderazgos y políticos del viejo PRI, y también muchos lo vuelven a desahuciar y a declarar su muerte anticipada, la realidad es que el PRI, después de haberse “morenizado”, terminará “transformándose” y renunciará a cualquier posibilidad de recuperar sus viejas glorias, su ideología o las causas ciudadanas, a cambio de constituirse ahora en una franquicia política con dueños y con objetivos claramente mercantiles en la política nacional

Podría decirse, como colofón a todo este proceso de jibarización del viejo partido, que la estrategia de Alito finalmente cobró frutos, aunque podridos. El PRI se encuentra en un grave deterioro interno y externo. Es muy posible que pierda  su registro salvo que como ya anunció Alito, Morena le permita ser un satélite más en la toma de decisiones del país. Claro que la raja política que sacará Moreno en cada negociación le saldrá muy cara a Claudia Sheinbaum y a los gobernadores morenistas cuando le abran la puerta para hacer alianzas con el PRI.

NOTAS INDISCRETAS… El brutal asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, quien fue decapitado por los narcos y su cabeza exhibida públicamente, como en los tiempos de la Revolución o la Independencia, refleja claramente el estado de desastre en el que dejó la seguridad pública en el país el expresidente que defendió a los narcos, ignoró a las víctimas y proclamó su absurda y estúpida doctrina de los “abrazos, no balazos”. Y es un hecho tan fuerte, que confirma el dominio de los cárteles de la droga no sólo en Guerrero, sino en Guanajuato y sus 32 muertos en un fin de semana, en Sinaloa y el terror que viven sus habitantes por la guerra de Cárteles, en Chiapas, en Zacatecas, en Nuevo León, en Jalisco, en Oaxaca y en cualquier otro estado que quiera mencionar el amable lector. La manera tan cruel en que asesinaron y expusieron la cabeza del alcalde de la capital de Guerrero, ocurrió apenas tres días después de que el jueves pasado también asesinaran al secretario de ese Ayuntamiento, Francisco Tapia, quien era un cercano colaborador del presidente municipal. El alcalde decapitado tenía señalamientos de haber pactado con grupos de la delincuencia organizada en su campaña, así como haber realizado una alianza con Norma Otilia Hernández, expresidenta de Chilpancingo que fue exhibida en sus vínculos con Los Ardillos, con cuyo líder aparece en un video teniendo acuerdos, lo que le valió incluso la expulsión como militante de Morena. En días recientes, hubo señales de que el alcalde priista, que era al final muy cercano a la cuestionada Norma Otilia, no estaba cumpliendo los acuerdos que hizo con la delincuencia organizada y, como es bien sabido, las traiciones en el mundo de la narcopolítica que hoy vivimos en México terminan como la impactante y mafiosa imagen de una cabeza colocada sobre el cofre de una camioneta... Justo en ese contexto, de un país que tiene estados y regiones literalmente en llamas por la violencia narca, se presentará mañana la nueva estrategia de seguridad con la que la doctora Claudia Sheinbaum tratará de enfrentar, controlar y revertir la herencia maldita que, aunque se niegue a ver y a reconocer, le dejó su amado antecesor. Hay expectación, pero más urgencia, de saber qué será lo que el publicitado secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, el mediático Omar García Harfuch, anunciará en la mañanera y cómo es que, un policía de carrera, especialista en labores de inteligencia, pero también de perseguir, capturar y encarcelar a capos y narcotraficantes generadores de violencia, como es Harfuch, piensa trabajar en coordinación con la militarizada Guardia Nacional y con los mandos del Ejército y la Marina que, en los hechos, son las cabezas de la seguridad pública militarizada en México. El llamado “Batman” capitalino no sabe hacer otra cosa que golpear y detener a miembros del crimen organizado, lo ha hecho toda su carrera, lo hizo en el gobierno de Calderón, de Peña Nieto y en los inicios de la pasada administración y fue precisamente por eso, por dedicarse a detener y a capturar objetivos del narco, que terminó censurado y enfrentado con el fiscal Alejandro Gertz Manero, y que renunció a su cargo como director de la Agencia de Investigación Criminal que ocupó hasta mediados del 2019. ¿Cambiará Omar García su estilo y su mística de policía de resultados, objetivos y detenciones para ajustarse a la ya fallida idea de los “abrazos, no balazos” o lo dejará la doctora Sheinbaum, que tanto confía en él y que lo colocó en la titularidad de la Seguridad civil, hacer lo que él sabe hacer para apagar los incendios de violencia narca en varios estados de manera rápida y efectiva? La incógnita se despeja mañana, pero si no hay una nueva política de seguridad y se insiste en la negligente, cobarde y criminal política del expresidente, veremos cómo avanza el “NarcoEstado” en México y como desde los Estados Unidos, seguirán tomando distancia de una política que solo simule y mantenga la impunidad y la dominancia de los barones de la droga, como los amos y señores de México y el poder real por encima de la flamante presidencia femenina… Los dados mandan Escalera Doble. Se viene densa la semana.

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