La inestabilidad política que ha vivido Puebla en el último sexenio, donde las tragedias, licencias y muerte hicieron que seis gobernadores de distintos partidos desfilaran en esos seis años por la Casa Aguayo, ha dejado a ese estado del altiplano mexicano en la tribalización de la política local y sin un grupo político dominante que controle y conduzca las ambiciones y apetitos de poder.

Eso es lo que se refleja actualmente en la ruta hacia las elecciones locales de 2024, donde se renovará la gubernatura, el Congreso local y las alcaldías, en un proceso en el que, junto con la disyuntiva de si continuar o no con la llamada “cuarta transformación”, los poblanos también asisten a contiendas partidistas exacerbadas, campañas anticipadas con recursos económicos sin explicación y, como en el resto de los nueve estados que renovarán poderes locales, una dinámica de tensiones y confrontación entre aspirantes encabezada por el proceso interno de Morena, que acapara la atención y los reflectores mediáticos, mientras la oposición parece dormir el sueño de los justos.

A partir de que se declaró iniciada la contienda interna morenista, la guerra sin cuartel que ya venían librando desde hace meses los dos primos aspirantes, Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velasco, se recrudeció y pasó de ser un duelo de espectaculares y propaganda irregular que tapizaba la ciudad de Puebla y sus alrededores, a convertirse en una lucha familiar de poder en la que lo mismo hay trampas y operación para que los consejeros estatales de Morena eliminen al primo Armenta, que guerra de encuestas para posicionar al primo Mier con sondeos no necesariamente serios pero que lo ubican a la cabeza de las preferencias electorales.

En medio del desorden morenista, no hay ni a nivel nacional ni a nivel estatal un liderazgo real y capaz de llamar al orden o sentar a conciliar a los primos y al resto de los aspirantes, por lo que se observa un proceso al garete en el que en un mismo día en los medios poblanos y nacionales circulan una encuesta de la firma Metrics que ubica al senador Alejandro Armenta con 37.5% de preferencias, contra 25% de Ignacio Mier; mientras que otros promueven y publican otras encuestas como la de Mas Data, que dice que Mier encabeza con 22%, contra 18% de Armenta.

Ni Mario Delgado, con su cuestionado liderazgo, ni el gobernador Jorge Salomón que no cumple ni un año en el cargo, son capaces de parar o al menos atenuar la guerra de los primos que amenaza con romper la unidad morenista, mientras que algunas voces dentro del partido oficialista pugnan porque, para evitar una ruptura y poner fin al enfrentamiento entre los líderes del Senado y la Cámara de Diputados, Morena debería optar por que su candidatura en Puebla se decante por el tema de género, lo que enfriaría a los primos y pondría las posibilidades en la empresaria Olivia Salomón, y a la secretaria del Bienestar estatal, Lizeth Sánchez.

El problema con tratar de parar la guerra poblana con una mujer candidata, es que ninguna de las aspirantes mujeres —además de las dos mencionadas, la exalcaldesa de Puebla, Claudia Rivera, y la señora Rosario Orozco, esposa del fallecido gobernador Miguel Barbosa— tiene un posicionamiento alto en las encuestas y a todas las superan, con creces, cualquiera de los dos primos expriistas y hoy morenistas.

Así que, en la orfandad de un jefe político estatal que concilie y modere entre los desatados aspirantes, con un proceso morenista local en el que —tal como ya ocurrió en la contienda por la candidatura presidencial de ese partido— las reglas se hicieron para violarse y el dinero corre abundante y visible en las acciones de proselitismo no autorizadas, las artimañas, las guerras sucias y los golpeteos que están marcando la lucha interna en el partido gobernante en Puebla. ¿Cómo terminará esta guerra entre primos que tiene en vilo a los poblanos? Si nos atenemos a la frase que dice que los peores pleitos son los que se dan en familia, entonces lo más seguro es que no termine nada bien.

NOTAS INDISCRETAS…

Con las tijeras desenvainadas, la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados se encaminaba anoche a consumar la venganza del presidente López Obrador ante el rebelde e insumiso Poder Judicial de la Federación, con la extinción de 13 de los 14 fideicomisos que administraba ese poder, a los que pretenden arrebatarles 15 mil millones de pesos, de los casi 22 mil que hoy tienen, para dejarlos solo con menos de 7 mil millones para cumplir obligaciones tan delicadas como el pago de pensiones a los trabajadores y mandos medios del Poder Judicial. Con el argumento repetido de “los privilegios y excesos de los ministros de la Corte”, los aborregados legisladores morenistas también están proyectando recortarle 12 mil millones de pesos adicionales al presupuesto operativo para el funcionamiento de la Suprema Corte, el Consejo de la Judicatura y el Tribunal Electoral federal, lo que más que afectar a los ministros, afectaría el trabajo de los jueces y magistrados y la ya de por sí deficiente administración de justicia para los mexicanos. Lo más grave de las intenciones de Morena, expresados en la iniciativa de reformas a leyes secundarias que ayer era rápidamente procesada en San Lázaro, es que si le quitan los fideicomisos y esos 15 mmdp al Poder Judicial, no está claro a dónde irá a parar ese dinero, y aunque dicen que será “para las necesidades del sector salud”, lo mismo dijeron cuando desaparecieron más de 65 fideicomisos federales, entre ellos de apoyo al deporte, a la ciencia, al cine y a la cultura, entre otros, y hoy nadie sabe con exactitud, por la opacidad de esta administración, donde quedaron los más de 120 mil millones de pesos que se quedó el gobierno de López Obrador de los fideicomisos extinguidos. ¿Será que el dinero del Poder Judicial se irá también a tratar de llenar las Dos Bocas enormes que consumen dinero público sin control, a tratar de tapar el hoyo negro de las finanzas de Pemex o de plano a aumentar las entregas de dinero que significan votos de los más necesitados?...Y hablando de las Dos Bocas insaciables que ya se comieron 16 mil millones de pesos y todavía no refinan ni una gota de petróleo, ayer el presidente López Obrador anunció, entre elogios desmedidos e inmerecidos, la salida de la secretaria de Energía de su gabinete, Rocío Nahle, quien se inscribirá para buscar la candidatura de Morena en Veracruz. A pesar de no cumplir el requisito de residencia en el estado y de cambiar su origen zacatecano por una falsa identidad veracruzana, la controvertida extitular de Energía lleva la bendición del dedito de Palacio y es casi seguro que se convertirá en candidata para tratar de dar continuidad al desastroso gobierno del académico venido a mal gobernador, Cuitláhuac García. Al final Nahle deja inconcluso el único encargo que le hizo el Presidente y que no sólo no pudo terminar como ofreció “en tiempo récord”, sino que mintió pública y descaradamente una y otra vez al ofrecer fechas de inauguración irrealizables, un gasto oneroso y ofensivo para los mexicanos y, sobre todo una estela de dudas y corrupción en la asignación de los contratos a empresas de amigos y compadres que se llenaron tanto de dinero como las mencionadas Dos Bocas hambrientas…Ayer en Chilpancingo, la coordinadora de la 4TClaudia Sheinbaum, estuvo de visita para realizar diversas actividades proselitistas y se reunió con la gobernadora morenista Evelyn Salgado, con quien mantiene una cercana relación. Entre visitas a mujeres artesanas y discursos a favor de continuar la transformación, la futura candidata presidencial recibió el respaldo del grupo gobernante en Guerrero, en donde siempre apostaron por su candidatura. Por cierto que en el acto donde estuvieron juntas la ex Jefa de Gobierno y la gobernadora Salgado, fue muy criticada la aparición de Norma Otilia, la polémica alcaldesa de Chilpancingo, quien se tomó una foto con Claudia Sheinbaum que la puede comprometer, por aquello de que Norma se reúne y desayuna con los líderes y capos del narco guerrerense…Ruedan los dados. Capicúa y se repite el tiro.

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