Ya tenemos el Paquete Económico 2025 —que comprende las perspectivas de las principales variables del país, el proyecto de egresos y la iniciativa de ingresos— que deja ver, grosso modo, las prioridades del primer año de Claudia Sheinbaum.

Para entender lo presentado el viernes no hay que perder de vista la situación fiscal que el expresidente López Obrador le entregó a Sheinbaum. Este 2024 cerrará con un déficit cercano a 6% con una economía que apenas crecerá 1.5%. Concluirá el año también con un déficit primario, que mide solo la diferencia entre ingreso y gasto sin considerar el pago de intereses. La deuda estará por arriba de 50% del PIB, porcentaje aceptable para economías similares, pero con una trayectoria que no ha traído aparejado crecimiento.

Las finanzas públicas urgían a corregir el rumbo. El camino no sería sorpresa: había que bajar el gasto e incrementar los ingresos. Los ingresos, por más que se desee aumentarlos mágicamente, estarán en función del crecimiento económico y/o de un ajuste fiscal que no se encuentra programado. Los gastos, por ende, marcarían la pauta.

En el paquete presentado el viernes se prevé recortar el déficit de 5.9% a 3.9%. Se estima obtener ingresos por 9.3 billones de pesos, que es una reducción de 3.3% —en términos reales— frente a lo estimado para 2024. De estos 9.3 billones, 1.25 provendrán de la contratación adicional de deuda.

El gasto, en consecuencia, también cae en términos reales. Hay erogaciones que no pueden evitarse —como el pago de intereses sobre la deuda y las obligaciones pensionarias— así que el ajuste tendría que darse en el componente programable, los recursos que pueden administrarse directamente. Se sabía que si se deseaba recuperar paulatinamente la salud financiera del país los recortes tendrían que venir en áreas en las que no solo no desearíamos gastar menos, sino que deberíamos incluso gastar más y mejor.

Se gastará menos en salud, educación e infraestructura. El gasto en salud cae de 2.8% a 2.4% como porcentaje del PIB. En educación, el gasto caerá 0.6%. En infraestructura se estima gastar 12.7% menos en términos reales. Pocos temas hablarían de una agenda social tanto como la salud, la educación y la inversión en infraestructura pública. ¿Qué tan sostenible será una economía que no invierte en estos temas?

Las cuentas públicas llamaban a hacer un ajuste. Corregir el déficit heredado es necesario, pero hacerlo cuando los patrones de gasto tienen un componente inercial importante se vuelve más difícil. Ya no es inercial solo el costo financiero de la deuda, ni el gasto en pensiones. Hay que sumar a ese conjunto también los recursos destinados a los programas sociales y también, por el momento, aquellos encaminados a sostener los proyectos de infraestructura de la administración pasada.

Entre lo presentado el viernes está una expectativa de crecimiento económico ubicada en un rango de entre 2% y 3%. El estimado está por arriba de lo que el sector financiero espera para 2025, que se encuentra, en promedio, en 1.2%.

Si bien el recorte era previsible, este tocará áreas sensibles para la población mexicana. El paquete llega en un contexto de desaceleración y de tensiones políticas. El gasto excesivo que se tuvo en 2024 —sin traer crecimiento económico— pasará ya su factura. Los recortes no solo serán fuertes sino dolorosos.

@ValeriaMoy

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