La renuncia de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía se da en un momento crítico en materia comercial. Hay muchos frentes abiertos en una Secretaría que no ha visto más que recortes presupuestarios año tras año —opera con 67% menos recursos de los que tenía en 2018— y a la que no se le ha dado la importancia que merece desde ninguna perspectiva, incluyendo la comercial.
El tema más relevante que amerita toda la atención de la Secretaría es el proceso de consultas al amparo del TMEC para resolver las diferencias de México con Estados Unidos y Canadá en materia energética. Es un proceso difícil en el que México tendrá que convencer a sus socios comerciales de que los cambios a la industria energética no se han dado para favorecer a CFE y a Pemex. Será difícil convencerlos de algo exactamente contrario al objetivo preciso de los cambios en el sector.
Además, aún sigue abierta la controversia sobre la interpretación de las reglas de origen para el sector automotriz y habrá que darle cauce a varias denuncias laborales también iniciadas bajo las reglas acordadas en el TMEC.
No se nos olvide que en 2026 tendremos que llevar un proceso de revisión de los logros y áreas de oportunidad del acuerdo en conjunto con los socios comerciales. Aunque aún suene lejanísimo, con el diferendo en materia energética abierto y con cambios de gobierno, es evidente que deberíamos de estar trabajando ya en llevar las métricas de lo que se revisará.
O no. Podemos también no darle la importancia que merece y dejar para el último la preparación para uno de los temas más relevantes de la política económica del país.
Tatiana Clouthier no tenía ninguna experiencia en materia económica ni comercial. Cuando se le nombró, a inicios del año pasado, el comentario entre empresarios del sector exportador e importador era que no sabría de comercio, pero al menos era de las moderadas, que era cercana al empresariado del norte del país y que quizás eso, y su buena voluntad, llenaría los otros huecos. Se dudó siempre que tuviera el oído de presidente, pero claro, el presidente no sería capaz de meterse en problemas con nuestros socios comerciales, así que todo fluiría más o menos de forma aceptable por ese límite imaginario.
A cargo de la Secretaría está ya Raquel Buenrostro. No sé si alguien quiera creer todavía que la moderación es una virtud en el gabinete del presidente López Obrador cuando la evidencia apunta en otro sentido. La virtud de la matemática radica en su cercanía con el presidente y en haber logrado que la recaudación no cayera en uno de los años más complicados para la economía mexicana. Moderada en su acercamiento y resolución de problemas no ha sido. Baste como muestra el desastre en el abasto de medicinas ocasionado al inicio de la administración.
¿Podemos esperar moderación en las consultas o en las disputas laborales? ¿Es la moderación una virtud en una Secretaría en la que hay que llevar diversas negociaciones simultáneas en múltiples frentes?
Por cierto, que no se nos olvide el otro frente que abrimos de forma innecesaria y gratuita: eximir de restricciones comerciales de todo tipo a solo 15 empresas del país.
El presidente no come lumbre, he oído en diversas ocasiones. ¿Sí? ¿Estamos seguros de eso? ¿Y la cancelación del aeropuerto? ¿Y los gasoductos? ¿Y el Tren Maya? ¿Y los cambios a la industria eléctrica? Habrá quien quiera seguir pecando de inocente. La evidencia está ahí, lista para quien quiera verla.
@ValeriaMoy
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