El Comité Ejecutivo Nacional de Morena definió a Mónica Rangel como candidata a la gubernatura de San Luis Potosí, dejando en el camino a otras mujeres propuestas, en algunos casos, por militantes afines al proyecto de la Cuarta Transformación, los cuales se pronunciaron en todo momento por perfiles compatibles a la ideología del partido.

La selección del candidato de este partido a la gubernatura fue, desde el principio, muy desaseada, incluso las y los perdedores, junto con analistas, la catalogaron como una “simulación” que inicialmente tenía el objetivo de catapultar a Ricardo Gallardo, actual candidato del PVEM, como su propuesta, con base en los acuerdos políticos pactados en la negociación con la dirigencia nacional.

Apenas se supo esa pretensión, dirigentes del partido en la entidad y sus militantes invadieron la sede del Consejo estatal Electoral el pasado 10 de noviembre, buscando evitar a como diera lugar el registro de la coalición Morena-PT-PVEM por considerar que el CEN de su partido pasó por encima de los derechos de los miembros en San Luis Potosí en lo que calificaron como un rotundo “no” a las decisiones centralistas de su dirigente, Mario Delgado.

Luego de varios jaloneos y ante el fuerte bloque de los militantes morenistas potosinos, además de la reglamentación de equidad de género para dar igualitariamente candidaturas entre hombres y mujeres para las entidades en disputa, se optó por que el perfil para encabezar la propuesta fuera para una mujer, barriendo con la posibilidad de que políticos hombres, que también aspiraban a la ansiada candidatura, fueran aceptados.

La convocatoria entusiasmó a potosinas como Francisca Reséndiz, exdirigente sindical del gobierno estatal; a Teresa Carrizales, activista; a Angélica Mendoza, diputada local; a la exadministradora General de Recursos y Servicios del SAT y exintegrante de la ayudantía personal del presidente Andrés Manuel López Obrador, Paloma Aguilar.

A Luz María Lastras, titular con licencia del Registro Civil, y a la secretaria de Salud con licencia, Mónica Liliana Rangel, cuyo nombre comenzó a subir como la espuma dentro del proceso de selección.

El antecedente político de Rangel Martínez en el gobierno de Juan Manuel Carreras estaba íntimamente ligado al PRI. Ella, en las encuestas internas del partido en el poder, tuvo como ventaja la presencia mediática, como consecuencia de encabezar las conferencias de prensa donde se daba el reporte de la situación del territorio potosino a causa del Covid-19.

Sin embargo, su imagen se vio afectada por haber sido denunciada, a través de la organización Ciudadanos Observando, de ser cómplice de un supuesto desvío de recursos públicos, falsificación de firmas, uso de documentos apócrifos, presunto uso de empresas fantasma y sobreprecios que causaron un supuesto daño al erario.

También fue señalada por delitos como robo de identidad, procesos de compra y adquisiciones irregulares.

Fue el pasado 31 de enero cuando Morena emitió una convocatoria para elegir candidata y, una vez que se estipuló que la contienda interna sería sólo entre mujeres, las interesadas fueron a registrarse al CEN. Una vez que Rangel Martínez pidió licencia al cargo, también hizo lo propio para obtener dicho registro.

Esto generó la reacción de algunas de sus adversarias, como Francisca Reséndiz, Luz María Lastras y Paloma Aguilar, quienes cuestionaron el perfil de la doctora al considerarla como “carente de conocimiento” y de identidad con el proyecto de la Cuarta Transformación.

Entre constantes inconformidades y señalamientos en contra de Mónica Liliana Rangel Martínez, pero particularmente de Mario Delgado, el método de selección de la candidata a través de encuestas determinó, según el propio instituto político, que la exsecretaria de Salud ganó la preferencia de la gente para ser la abanderada de Morena.

Este resultado fue anunciado por Delgado Carrillo desde la Ciudad de México, el cual el resto de las precandidatas y dirigentes locales del partido mantienen a regañadientes.

etp

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