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En menos de cinco minutos las llamas alcanzaron dimensiones inimaginables, el fuego y humo podía ser apreciado desde el segundo piso de la Glorieta Juárez. Cientos de potosinos que se dirigían a su trabajo o centros de estudios miraban con asombro cómo unas carpas instaladas en el estacionamiento de la plaza comercial “Tres Huastecas” eran consumidas por un maremoto naranja, mientras una nube negra se formaba sobre la carretera Matehuala y Rioverde.
A las 6:25 de la mañana se recibió la primera llamada de auxilio, la tradicional “Expo Moroleón” se había convertido en un infierno, todo dentro de los toldos era devorado por el fuego.
En un par de minutos los primeros en llegar fueron agentes de la Policía Municipal de Soledad de Graciano Sánchez y la Fuerza Estatal Metropolitana. Ellos resguardaron el lugar hasta que a las 6:30 se presentaron las primeras unidades del Cuerpo Metropolitano de Bomberos, los elementos de la Estación Norte al notar la magnitud del incendio pidieron refuerzos. Vulcanos de la Estación Central y Abastos acudieron al llamado, además de las direcciones de Protección Civil del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, la capital potosina y de la jurisdicción estatal.
Entre 15 bomberos y 10 rescatistas lograron controlar el incendio, mientras que los policías preventivos sacaban mercancía de los locales que aún no eran alcanzados por las llamas. El fulgor era tan fuerte que derritió algunos letreros de los locales comerciales cercanos.
Para las 7:30 de la mañana el fuego estaba controlado y la ciudad enloquecida, la parte baja del Distribuidor Juárez, que conecta San Luis capital con Soledad de Graciano Sánchez, había sido cerrada para evitar que los automovilistas corrieran algún riesgo o entorpecieran las maniobras de las unidades de rescate para apagar el fuego. No hubo heridos.
En cuanto los comerciantes se enteraron del siniestro comenzaron a llegar al estacionamiento, algunos lloraban, otros más no podían creer lo sucedido y se abrazaban entre sí. Su inversión de cada fin de año se había reducido a cenizas. Mujeres en pijama buscaban entre los escombros, levantaban sus estructuras y de cuando en cuando secaban sus ojos, entre un humo blanco y el olor a quemado, trataban de evaluar los daños.
En entrevista para EL UNIVERSAL SAN LUIS POTOSÍ mencionan: “para empezar por el puro espacio nos cobraron 40 mil pesos, más nuestra mercancía, yo traía otros 40 mil, pero hay compañeros que traen hasta 100 mil pesos, para nosotros es pérdida total. No hay una cifra exacta de la pérdida, la inversión de cada expositor es distinta. Tenemos los permisos de la autoridad, pero eso no nos garantiza nada, nos quedamos en la calle”, dijo uno de los comerciantes quien había viajado desde Ciudad de México para participar en esta exhibición que tiene más de 10 años de tradición en San Luis Potosí.
“Aunque la mercancía que no se quemó no logró ser recuperada, el humo la echa a perder”, comentó otro de los vendedores de Moroleón, camiones y camioneta se llenaban de ropa y zapatos.
El paisaje era desolador, para las 9:30 de la mañana los trabajos de remoción de escombro y enfriamiento continuaban. Para esa hora personal de la Fiscalía General del Estado ya se encontraba levantando fotografías, las causas aún son desconocidas, aunque el rumor de que el incendio podría haber sido provocado crecía entre los expositores.
Ahí, en el estacionamiento, el frío de la mañana del 11 de diciembre era imperceptible, el suelo estaba caliente por los más de mil metros cuadrados que habían sido consumidos por el fuego según el comandante del cuerpo de bomberos, Adolfo Benavente Duque.
De los más de 200 locales alrededor de 10 a 20 no fueron alcanzados por las llamas, de esos los expositores se echaban al hombro pacas de ropa, y de mano en mano cajas de zapatos. Los demás sólo buscaban entre las cenizas, maniquis quemados y agua encharcada, removían para tratar de ver qué se podía salvar, tal vez sólo tocaban las estructuras ennegrecidas para constatar que el incendio había sido real y no sólo parte de un mal sueño.
vkc