En San Luis Potosí, la noche del Viernes Santo en punto de las 20:00 horas, un guardia romano toca tres veces la puerta del Templo del Carmen para dar inicio a la Procesión del Silencio, tradición que se ha posicionado como una de las procesiones más importantes del país y del mundo, después de la peregrinación que se realiza en Sevilla, España.

En diversos puntos de nuestro país se realizan representaciones religiosas que reflejan las tradiciones, cultura, creencias, esperanza y fe, por parte de los feligreses que conmemoran y acompañan el sufrimiento de la Virgen de la Soledad en el viacrucis de Jesús.

Durante Semana Santa concluye el tiempo litúrgico de la Cuaresma que inició el 14 de febrero, con el miércoles de Ceniza, y termina el 29 de marzo, en Jueves Santo; este periodo simboliza una época de reflexión y arrepentimiento para la religión católica.

La procesión potosina se caracteriza por ser un recorrido solemne, al estilo español y mexicano, en el cual predomina el silencio que acompaña y representa una muestra de respeto al dolor de la Virgen.

Durante la peregrinación se aprecian devotos que cargan cruces, farolas con velas; otros arrastran cadenas y visten de acuerdo al color de su cofradía y capirotes. También participan mujeres,niñas y jóvenes vestidas de luto con rebozo de seda, peineta y mantilla española acorde a los colores de la iglesia a la que pertenecen.

Origen de la tradición

El origen de la procesión potosina tiene su origen en la cultura española, donde representaban las procesiones de sangre o pasos de la pasión.

En San Luis Potosí, el Fray Nicolás de San José comenzó la primera procesión el 16 de abril de 1954 que se deriva de la devoción de los toreros potosinos a la Virgen de la Soledad.

El recorrido inició por las calles coloniales de ciudad, en donde participaban carmelitas y toreros, quienes llevaban en sus hombros la imagen de Nuestra Señora de la Soledad.

Posteriormente en 1961, Fray Fernando Garza formó el primer Patronato Hispano Potosino con los taurinos Juan y Lupita Romo, el Maestro Fermín Rivera, su esposa Angelita, Ignacio Duque Aranda y Nicolás Salas, quienes trabajaron para el desarrollo y crecimiento de la peregrinación a través de la integración de las diversas cofradías potosinas que le dieron el toque mexicano al evento.

Actualmente, la Procesión del Silencio es una representación importante para la capital, ya que turistas nacionales e internacionales viaja hasta la entidad para contemplar el recorrido por las calles del centro histórico y tener un momento de reflexión.

Con información de Vianey Kemp

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