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Ya arde la llama más esperada, la que tuvo que aguardar un año para ser encendida, y aún así para muchos es una irresponsabilidad haberla iniciado. Eso explica las multitudinarias protestas a un costado del estadio Nacional de Japón. Pero también es el fuego de la esperanza para muchos corazones que desean volver a la normalidad, esa que les fue arrebatada hace poco más de un año por un silencioso virus que también se ha llevado más de cuatro millones de vidas en todo el orbe.
En medio de protestas, han sido inaugurados los Juegos de la XXXII Olimpiada, esos que prometen ser el bálsamo que muchos corazones necesitan y la esperanza de que todo volverá a la calma, aunque su país anfitrión está en nueva emergencia por el Covid-19.
Ceremonia inaugural ecléctica, con los dulces y enigmáticos aderezos que ofrece la milenaria cultura japonesa, pero también con la muestra del poder tecnológico que distingue a la genuina potencia asiática.
Fiesta que quedará marcada para siempre, por ser la primera en la historia sin espectadores, pero también porque nunca antes cada país había tenido dos abanderados (hombre y mujer), porque el deporte es una de las más poderosas llaves para dar ejemplos a los pueblos... Y la búsqueda de equidad de géneros es prioridad en el planeta.
También lo es la pandemia. Por eso, un instante de silencio en memoria de quienes ya no están en el plano terrenal, pero varios corazones latieron acompasados con el recuerdo de lo que ya no es.
Y ahí estuvieron la golfista Gabriela López y el clavadista Rommel Pacheco para presumir esa bandera tricolor con el águila devorando a una serpiente sobre un nopal. Ambos con sus sonrisas tan espontáneas como distintas. La de ella, con el deseo de dar ese salto con el que amaga desde hace años; la de él, con un dejo de nostalgia al saber que son sus últimos Olímpicos.
La delegación mexicana obsequió alegría durante su paso por el pasillo que se abrió justo en el centro de la fiesta, porque eso fue para quienes estuvieron dentro del estadio.
"Unidad" y "avanzar", los dos grandes mensajes de Japón en el comienzo oficial de los Juegos en la pandemia, esa que aún no permite la felicidad completa. Para muchos, nunca volverá, porque la herida es irreparable, pero el mosaico multirracial formado en el centro del estadio Nacional de Tokio hizo soñar a muchos con que es posible.
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Y qué mejor que representarlo con la inmortal "Imagine", concebida por el legendario John Lennon. Bajo esa melodía, las lágrimas del dolor recorrieron algunos rostros.
Poco importó que el pebetero no vaya a habitar en el inmueble, la llama ya arde. Fue encendida por la tenista Naomi Osaka. Y lo hizo en presencia de unos 10 mil 400 privilegiados (seis mil atletas y oficiales, 900 invitados especiales y tres mil 500 periodistas).
Porque Tokio 2020 también es eso: el puente entre la oscuridad de la tragedia y la luz que da la ilusión de que todo mejorará, aunque haya quien no esté a favor de que haya iniciado.
La polémica es mucha, también el deseo de que los XXXII Juegos Olímpicos sean ese pareteaguas que abrió la puerta hacia los tiempos del pasado, esos en los que el cubrebocas, el gel antibacterial y la vacuna no eran términos insustituibles en el léxico popular. Sí, la llama arde con el deseo de apagarlos para siempre... Pronto.
daniel.blumrosen@eluniversal.com.mx
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— #Tokyo2020 (@Tokyo2020) July 23, 2021
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