Las posadas navideñas son una de las tradiciones más arraigadas en México, y pocos elementos son tan representativos de estas celebraciones como las piñatas.
Aunque hoy en día pueden encontrarse en formas y colores variados, las piñatas tradicionales de siete picos mantienen un significado especial que muchos desconocen.
De acuerdo con historiadores, esta tradición se originó durante la evangelización en la época Colonial.
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Los frailes agustinos utilizaron las piñatas como herramienta para transmitir valores cristianos a los indígenas, dotándolas de un simbolismo que perdura hasta hoy.
Los siete picos que adornan estas piñatas representan los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Cada pico es un recordatorio de las tentaciones que, según la fe cristiana, las personas enfrentan a lo largo de su vida.
La idea era que, al romper la piñata, los participantes demostraran su voluntad de vencer dichas tentaciones y purificarse espiritualmente.
“El palo con el que se golpea simboliza la fe, que es la herramienta para superar los pecados y las adversidades. Por eso, el acto de romper la piñata es una representación de la lucha entre el bien y el mal”, explicó Alejandro Martínez, experto en tradiciones mexicanas.
Además, los colores brillantes que decoran las piñatas tienen su propio simbolismo. Estos representan los atractivos superficiales del pecado, diseñados para tentar a las personas. Sin embargo, el contenido interior de la piñata "frutas, dulces y en ocasiones juguetes" simboliza la recompensa divina tras vencer dichas tentaciones.
A pesar de la modernización y la llegada de piñatas en formas diversas, como personajes de caricaturas o animales, las tradicionales de siete picos continúan siendo un elemento fundamental en las posadas.