El 15 de septiembre, las calles y hogares de México se visten de verde, blanco y rojo. Más allá de la ceremonia oficial del Grito de Independencia encabezada por autoridades en plazas principales, la verdadera esencia de la fiesta patria está en las costumbres que, generación tras generación, se repiten en casas, barrios y comunidades de todo el país.

Reunirse en familia y con amigos es quizá la tradición más arraigada. Los hogares se convierten en puntos de encuentro donde abuelos, padres e hijos se congregan para compartir una cena mexicana.

El pozole, los chiles en nogada, las enchiladas y las tostadas son los protagonistas de la mesa, acompañados de aguas frescas, tequila o mezcal. La comida no solo es un deleite, sino también un símbolo de unión.

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En muchos hogares se acostumbra a jugar lotería mexicana después de la cena, con las clásicas cartas ilustradas que van pasando de generación en generación. Otros prefieren el dominó, las cartas o incluso karaokes con música de mariachi y rancheras, creando un ambiente de alegría y tradición.

La vestimenta alusiva es también parte de la costumbre: niños con trajes de charro o de adelita, adultos con sombreros, bigotes postizos y vestidos bordados, en una mezcla de orgullo patrio y ambiente festivo.

Y mientras en las casas se celebran estas costumbres, en plazas y calles se realizan verbenas populares con antojitos, bailes folklóricos y juegos pirotécnicos, que iluminan el cielo al grito de “¡Viva México!”.

También es muy común ver mariachis tocando en fiestas, reuniones en las diferentes plazas de la ciudad para alegrar y completar todo lo distintivo y tradicional de los mexicanos.

De esta forma, cada 15 de septiembre México no sólo conmemora la independencia, sino que refuerza los lazos comunitarios a través de tradiciones que combinan historia, gastronomía y convivencia.

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