El papa Francisco aprobó nuevos ritos funerarios para simplificar el proceso, destacar que es un obispo y permitir su entierro afuera del Vaticano.
La muerte se certifica en su capilla privada, independientemente del lugar donde haya fallecido: el camarlengo da tres golpes con un martillo de plata en la frente del Papa fallecido diciendo su nombre de pila. Luego dice la frase en latín: "Vere Papa mortuus est (Verdaderamente, el Papa está muerto)".
El camarlengo es el encargo del Palacio Apostólico, residencia del papa, y prefecto de la Congregación vaticana para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
También se destruye el anillo del pescador y sus pedazos se guardan en una bolsa de terciopelo que se entierra en una caja de plomo junto al Papa fallecido.
Después se viste el cuerpo: la mitra blanca en la cabeza, la casulla de color rojo y la estola de lana blanca con cruces negras, símbolo de dignidad.
Tras el deceso del Papa se precinta el despacho del Pontífice y se sellan sus aposentos privados que vuelven a ser abiertos cuando hay un nuevo jerarca católico.
Tras los cambios de Jorge Mario Bergoglio, se eliminó el requisito de que el papa sea colocado en un catafalco elevado en la Basílica de San Pedro para la vista pública. En cambio, estará a la vista en un ataúd simple, y el entierro ya no requiere los tradicionales tres ataúdes de ciprés, plomo y roble.
"El papa Francisco pidió, como él mismo declaró en varias ocasiones, simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del Obispo de Roma expresara mejor la de la Iglesia en Cristo resucitado", explicó el arzobispo Diego Ravelli, maestro de las Celebraciones Litúrgicas de los Pontífices, al hacer hincapié en la importancia de mostrar al Santo Padre fallecido como "pastor y discípulo de Cristo" y no como un "poderoso hombre de este mundo".
Además, su deseo es ser enterrado en Santa María la Mayor, en Roma, en lugar de la Basílica de San Pedro.
En Santa María la Mayor hay un ícono de la Virgen María, la Salus populi Romani (Salvación del pueblo de Roma). "Después de cada viaje, Francisco va a la basílica para rezar ante la pintura de estilo bizantino que presenta una imagen de María, vestida con un manto azul, sosteniendo al niño Jesús que a su vez sostiene un libro dorado con joyas", recordó la agencia Associated Press.