Nuestros hábitos de higiene son la primera barrera que podemos dar a nuestro cuerpo para evitar tener defensas bajas y ser menos propensos a enfermedades de todo tipo. Pero es una moneda de dos caras, pues malas prácticas, no solo al comer sino al preparar los alimentos, pueden ser una de las causas que originan problemas en nuestro organismo.

Para que cuides mejor de ti, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) hace las siguientes recomendaciones para trabajar con los alimentos frescos que preparamos en la cocina para poner en nuestra mesa.

Higiene y limpieza

La cocina es un lugar que debe estar siempre aseado por ser donde se preparan los alimentos. Y no solo se trata de mantener limpias las superficies o la estufa, hay que prestar especial atención a los contenedores de basura. Estos deben ser recipientes lisos, lavables, cerrados y que no se encuentren cerca de la comida.

Aunque sea obvio, lavarse las manos es otra de las más importantes prácticas en la cocina. Pero aquí hay un agregado, porque no solamente es antes de preparar la comida o de comer, sino antes y después de manipular los alimentos. Así, evitaremos contaminar unos productos con otros.

Además, hay que separar siempre los alimentos cocinados de los crudos, tanto en su forma de almacenamiento como con los utensilios que se utilizan para manipularlos. Cuchillos, tablas, superficies, trapos, son vehículos de contaminación. Lo mejor es lavarlos entre cada uso y usar toallas de papel en lugar de trapos de tela para evitar la acumulación de bacterias.

Otra de las recomendaciones que hace la AESAN es separar en contenedores cerrados los alimentos cocinados de los crudos. Así se evita el traspaso de bacterias potencialmente dañinas.

Temperaturas

La temperatura es otro de los factores esenciales para el adecuado manejo de alimentos, especialmente los productos de origen animal.

Uno de los puntos principales es que ese tipo de comida debe estar refrigerada o congelada.

Por otra parte, cocinar a buena temperatura es esencial para destruir los microorganismos que habitan naturalmente en los alimentos. La AESAN recomienda que la temperatura interna de la comida llegue a los 70 grados centígrados.

Junto con lo anterior, lo más recomendable es que se consuman lo más pronto posible después de cocinarse, especialmente durante el verano, cuando los alimentos se hacen perecederos más rápido.

Sin embargo, como no siempre se pueden consumir en el momento y hay que almacenar lo que sobre o lo que se haga de más para comerse en un periodo específico, no olvides refrigerar inmediatamente y, al momento de volver a calentar, usar la máxima temperatura.

Otras medidas de higiene

Los animales son otra de las fuentes de contaminación más grandes con las que nos podemos encontrar. Y, aunque queramos mucho a nuestros perritos y gatitos, no deberían pasar a la cocina, pues incluso el pelo podría causar contaminación en los alimentos para nuestro consumo.

Por último, el agua no solo es imprescindible para beber, sino para preparar alimentos, por eso debe ser siempre potable y desinfectada, así que no olvides utilizar agua embotellada o que provenga de plantas purificadoras.

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