Hazmerreír. Cometerían traición, si por una idea abyecta y equivocada de “lealtad” al presidente de la República, los ministros que integran el pleno acatan la línea que recibieron públicamente la mañana del lunes pasado de elegir, el lunes próximo, como presidenta de la Corte, a Yasmín Esquivel. Sería no sólo traición al respeto que se deberían a ellos mismos y al decoro y la autonomía del Tribunal Constitucional, sino traición al propio presidente de la República, a la nación y al Estado del que forman parte esencial como cabezas del Poder Judicial. En efecto, está en sus manos evitar que el Estado mexicano, la nación, el presidente de la República, la Corte y ellos mismos se conviertan en hazmerreír de la opinión nacional e internacional.

Hazme llorar. Un acatamiento así de visible al Ejecutivo por la cúpula del Poder Judicial, en efecto, nos devaluaría ante nosotros y ante el mundo. Nos dibujaría como la caricatura grotesca de una república bananera bajo el mando caprichoso de un extravagante cacique tropical. A ello se agregaría el agravante de la inoportunidad manifiesta en el hecho de que la noticia del plagio se mantiene en el tope de los medios y de la conversación digital. También de la presencial, en cuanta reunión social se apersone usted en estas fiestas. Y todavía más implacable está resultando la reacción de la esfera pública tras la última explicación de la ministra, acerca del ya no tan extraño caso de la tesis clonada para su titulación como licenciada en Derecho. Este grado aparece ahora en entredicho, como en entredicho también estaría su permanencia misma en el cargo de la ministra, ya que el grado es un requisito insalvable para ocuparlo. Por esta y otras razones, el affaire podría transitar de hazmerreír a hazme llorar.

AMLO la exonera. Aun así, el presidente López Obrador insistió antier en presionar a los ministros de la Corte para que hagan su presidenta a la ministra así descubierta. Cuando se descubrió la falta, AMLO la minimizó como ‘error’ o ‘anomalía’ de estudiante, casi una travesura venial. Pero se trata de una falta capital en los ámbitos académicos de todo el mundo, agravada en este caso por un nuevo golpe a la respetabilidad del Poder Judicial. Luego el presidente le regaló a la ministra denunciada otro atenuante de responsabilidad, ahora con el fantasioso supuesto de que el intelectual, académico y columnista Guillermo Sheridan, descubridor del plagio, habría cometido antes faltas más graves por su también supuesta filiación al igualmente supuesto bloque conservador, corrupto y neoliberal. Enseguida, AMLO de plano resolvió, por sí y ante sí, exonerar a la ministra, bajo la peregrina argumentación del papel del periodista Carlos Loret de Mola y la agencia Latinus en la difusión del plagio. Y finalmente les expresó a los ministros su observación de que no por una nota de Loret debe descontarse la candidatura a la presidencia de la Corte de la ministra así exhibida.

Perded toda esperanza. La acusan los conservadores, insistió el presidente, por su acuerdo con la transformación que él encabeza y expresó su confianza de que la ministra Esquivel, ya a la cabeza del Poder Judicial, “limpie la Corte” (¡!). De caer a este otro peldaño, “Perded toda esperanza”, podría leerse en adelante a las puertas de la sede de nuestro tribunal constitucional, como a las puertas del infierno de Dante. El mensaje sería para toda persona que busque el amparo y la protección de la justicia federal o la declaración de inconstitucionalidad de leyes violatorias, como las del atentado contra el INE. Y también para las empresas nacionales e internacionales en busca de seguridad jurídica. Sí. En todo asunto contrario al acuerdo, ahora público, de la cuestionada aspirante a presidir la Corte y el presidente de la República.

Profesor de Derecho de la Información. UNAM

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