Es momento de defender al INE. Es el momento de cerrar filas para que una institución construida a partir de la lucha de quienes golpearon con votos, una y otra vez, la pared de un régimen autoritario para que se derrumbara, se preserve como parte de nuestra normalidad democrática. Desde luego que desde la sociedad civil se ha establecido un marcaje para que la oposición, particularmente el PRI, no acompañe la intención de una reforma constitucional regresiva que ponga en riesgo la equidad en la competencia electoral, y a un órgano autónomo y ciudadano encargado de que los votos se cuenten y se cuenten bien. Pero interesa mucho en este momento recordarles a una parte de los legisladores de Morena que ellos abrevaron de esa corriente, de esa vertiente que hizo posible la democracia en el país.

Porque el origen de la creación de instituciones como el IFE (hoy INE) está en el fraude electoral que le arrebató la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas y de las luchas que se emprendieron en otras entidades del país como Chihuahua y, particularmente, en Tabasco con los Éxodos por la Democracia encabezados en aquel entonces por López Obrador. El génesis está en 1988 y en la decisión de Cárdenas de seguir la lucha por la vía constitucional, civil y pacífica. No fue una disyuntiva fácil. Desde adentro había voces que pedían se llamara a una subversión, pero honrando su trayectoria, evitó un baño de sangre y convocó a formar un partido político, a utilizar las elecciones como la principal arma para transformar al país. De esa lucha, y de la del PAN desde otra trinchera, así como la convicción de sectores dentro del gobierno de que era indispensable destapar la olla de presión, es que surge una reforma de gran calado, la más importante y trascendente, la de 1996, que logra que el gobierno saque las manos de las elecciones al constituir un IFE y un Tribunal Federal Electoral, así como el derecho a prerrogativas públicas para evitar financiamientos ilícitos a las campañas (lo que sí debería de ser revisado para poner más controles ahora que nos hemos enterado del apoyo del crimen organizado a candidatos, sobre todo del partido oficial). Un órgano autónomo, encargado de organizar, con la participación de los ciudadano/as los procesos electorales, encabezado por un hombre de izquierda, José Woldenberg, fue la clave para que el año siguiente se le arrebatara la mayoría absoluta al PRI.

Es válido recordar que la reforma del 96 le abrió las puertas a la alternancia en la presidencia de la República, permitió que CCS se convirtiera en el primer Jefe de Gobierno por el voto popular, y que un líder —hasta entonces local— arribara a esta posición, la más importante después de la presidencia en el dos mil. Sin esa reforma, sin ese INE, hoy no gobernaría Morena, aunque su dirigencia no lo entienda porque en aquel entonces estaban del otro lado de la trinchera. Es momento de exigirles a muchos que militan en esas filas que recuerden ese legado. No pueden olvidar que el camino democrático se cimentó sobre una cuota de sangre y el enorme sacrificio que la izquierda tuvo que pagar. Es momento de honrar esa historia y de no traicionar a esos muertos.

Política mexicana y feminista

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