Cuando lleguen los humanos a Marte será necesario un hábitat permanente para alojarlos, y por eso, la Nasa y HP lanzaron a principio de año un concurso para recopilar ideas sobre cómo debería ser una ciudad capaz de albergar una colonia de un millón de personas.

El ganador de entre 332 participantes, tanto en la categoría mejor proyecto universitario como mejor diseño de interior, fue el equipo del Innovation Lab, de la sede Madrid del Istituto Europeo di Design (IED), que sedujo al jurado con un planteamiento futurista con marcado tinte ecológico.

“La ciudad se construirá con el plástico que hoy contamina los océanos”, cuenta a El Mercurio el arquitecto Manuel Monteserí, quien dirige el grupo. “La idea es recogerlo y transportarlo en cohetes-fábrica, donde sería reciclado durante el viaje a Marte”.

Una vez en el planeta rojo, sería utilizado como materia prima para fabricar las cúpulas que protegerán la ciudad de la radiación, lo que se haría con impresoras 3D, tal como ya se ha propuesto para la Luna y el mismo Marte.

“La idea es que, a medida que se vaya construyendo la ciudad en Marte, se iría reduciendo el plástico que contamina los océanos”, señala Monteserí.

Como primer paso, sugieren enviar al planeta, hacia el año 2030, enjambres de drones inteligentes autorreplicables. Estos se dedicarían a localizar y preparar los mejores terrenos para instalar la ciudad. Solo cuando estuviera preparado el sitio y se hubieran generado invernaderos para sustentar la alimentación, se podría trasladar a los primeros habitantes.

“Una cosa importante que hemos querido hacer en este proyecto es que todos los recursos tecnológicos previstos para la ciudad existan ya, para que todo lo que hagamos se base en sistemas ya probados; para eso hemos investigado mucha tecnología”, sostiene.

La ciudad se llama Algi, una alusión al elemento clave del diseño: las algas. “Como en Marte no hay atmósfera, uno de los problemas mayores es la radiación, ya que los rayos solares llegan en forma directa. Se nos ocurrió rellenar las cúpulas con microalgas y agua. Esta especie de membrana biológica verde proporcionaría oxígeno y, además, protegería la ciudad al absorber la radiación a través de la fotosíntesis. La energía resultante también podría ser aprovechada como electricidad para la ciudad”.

Las microalgas servirían además como alimento para las granjas de peces y algas mayores, que serían la base de la alimentación de la urbe extraterrestre.

Las zonas residenciales estarían ubicadas en estructuras parecidas a torres, también protegidas de la radiación solar. “Cada residente viviría en una habitación más bien pequeña, pero dispondría de un amplio espacio público bajo las cúpulas”, explica Monteserí.

El diseño de las cúpulas es aerodinámico para resistir las gigantescas tormentas de polvo que azotan a Marte. “Sería similar a la de algunos peces que cuando hay grandes corrientes marinas quedan pegados al suelo por su forma”, dice el diseñador. Ellos están invitados a presentar su proyecto en la Nasa a mediados del año.

Monteserí admite que el costo sería hoy enorme, pero se trata de tecnologías que se irán abaratando con el paso del tiempo. La ciudad se iría construyendo y poblando paulatinamente, para llegar al millón de habitantes hacia 2150.

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