Bajar de peso, obtener un nuevo trabajo, encontrar una pareja y viajar son algunos de los propósitos que se enuncian mientras se comen 12 uvas durante los últimos segundos de la noche del 31 de diciembre, las cuales representan los deseos para el año que inicia.

 Con su sabor agridulce, verdes, rojas, con o sin semilla, son un fruto indispensable en la celebración del Año Nuevo, la ingesta de 12 uvas en la que cada una representa un mes con un propósito por cumplir, es uno de los rituales para dar la bienvenida al ciclo que inicia. Durante esta temporada decembrina el precio de esta fruta oscila entre 40 y 70 pesos en los mercados, aunque en tiendas de autoservicio se oferta hasta en 80 pesos.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL en mercados de la capital del país, los comerciantes señalaron que la venta de la uva y otros ingredientes para la cena de fin de año ha estado “floja”, la cantidad de clientes no es la misma en comparación con otros periodos, esperan que en el transcurso del día 30 y la mañana del 31 los compradores lleguen.

Luis González, quien lleva más de 25 años vendiendo fruta en el Mercado de Jamaica, declaró que las ventas no han sido tan buenas como en otros años; en su puesto apenas se acercan unas tres personas a preguntar por mandarinas, tejocotes y uvas. Luis vende a 50 pesos el kilo con semilla y a 60 sin ella.

“Este año está barata, el año pasado se ofertó hasta en 120 pesos el kilo, pero todavía puede subir, la mañana del 31 incrementa la cotización, porque como tiene más demanda, comienza a escasear y la que hay la suben de precio. Espero que este año no sea mucho, porque las ventas no han estado tan buenas como otros años”, dijo.

Al sostener un racimo de este fruto, Luis explicó cómo seleccionarlas y distinguirlas de las congeladas, las cuales, pese a ser un producto que lleva tiempo conservado, con frecuencia suben su costo para obtener mayor ganancia, aunque por fuera tienen buena coloración si se observa sobre la luz al interior de la fruta se ve café.

“Luego la venden congelada. Para distinguirla hay que fijarse en la parte de arriba de donde se arranca del racimo, si fueron congeladas se ve café y también si las pones en la luz se ven de este color. La gente debe fijarse bien para que no se lleve un producto viejo que aunque congelan y se ve bien de afuera, por dentro está fea. Luego la dan más cara, hasta 80 pesos el kilo cuando cuesta menos de la mitad”, enfatizó.

Domingo Ramírez es otro comerciante del Mercado de Jamaica, tiene su puesto desde hace más de 15 años y en todo el tiempo que lleva ofertando su fruta, comentó que este ha sido uno de los fines de años con las ventas más bajas. Domingo atribuye la poca clientela a la falta de dinero por el sismo del 19 de septiembre.

“Desde el sismo, la gente se espantó. Sí hay ventas, pero por estas fechas el año pasado no se veían los pasillos del mercado, ni siquiera se podía caminar de tanta gente que había. Para la cena de Nochebuena, hasta el 24 en la mañana hubo más movimiento, espero que lo mismo pase el 31 y que la gente llegue la mañana de ese día, porque casi no ha habido ventas”, detalló.

El precio en el puesto de Domingo se oferta en 60 pesos el kilo y sólo vende con semilla. Comentó que su producto es de importación, de California, Estados Unidos, porque en esta temporada no hay uva nacional, porque la cosecha mexicana es entre mayo y julio.

“La mayoría de la gente compra las uvas hasta el 31, antes no, porque se hacen feas, pero las que tengo son frescas, las puede meter al refrigerador y rinden más, sí aguantan para la noche del 31”, dijo.

Fernando Aguilar tiene 10 años vendiendo fruta en el Mercado Martínez de la Torre , en la colonia Guerrero. Comentó que en comparación con otros años, el precio de la uva es “accesible”. En su puesto, el costo es de 60 pesos el kilo, pero el año pasado se vendió hasta en 130 pesos.

“Mientras más se acerca la noche de Año Nuevo, más sube. Hasta ahorita se ha mantenido, esperemos que no sea más en la mañana del 31, porque si sube mucho, no la compran. Un kilo, más o menos, rinde para una familia de cuatro o cinco personas”, aseguró.

Producción

México cuenta con 30 mil 200 hectáreas sembradas de uva fruta, pasa e industrial, de las cuales se obtiene una producción anual de 246 mil 858 toneladas, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). México exporta uva de mesa a 14 países, entre los que sobresale Estados Unidos, nación a la que en 2016 se comercializaron 118 mil toneladas.

Sonora es el principal productor de uva a nivel nacional, aporta 4 mil 585 millones de pesos del valor de la producción por este cultivo. Nueve de cada 10 toneladas de uva se producen en Hermosillo y Caborca, municipios de Sonora. Seguida de esta entidad, esta fruta también se produce en Zacatecas, Baja California, Guanajuato, Coahuila, San Luis Potosí, Aguascalientes y Durango. El consumo promedio por persona de esta fruta es de 1.4 kilos.

A nivel mundial, México es el productor número 29 de uva, mientras que el primer lugar lo ocupa China, con 12 millones 545 mil 800 toneladas anuales. En 2016, las exportaciones de este fruto superaron en más del doble a las importaciones, con lo que se obtuvo un ingreso neto en divisas por más de 48 millones de dólares. Mientras que las exportaciones se centraron en Estados Unidos, en tanto que las compras externas de México se realizaron con Estados Unidos, Chile y Perú.

Los meses con mayor disponibilidad de este fruto en el país son mayo, junio y julio, por lo que en la temporada navideña las importaciones superan a las exportaciones. En diciembre se compra del extranjero, principalmente de la Unión Americana, 24.2% de este fruto, según datos del Atlas Agroalimentario 2017.

El origen

Comer 12 uvas durante los últimos segundos de la noche del 31 de diciembte es una tradición de origen español, que se ha extendido a países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Costa Rica e incluso a Australia.

La tradición se remonta a la década de 1880, cuando la burguesía de España comenzó a celebrar el Año Nuevo comiendo uvas con vino espumante. Con el tiempo, la costumbre se fue extendiendo hasta ser adoptada por madrileños, quienes se reunían la noche del 31 en la Puerta del Sol para oír las campanas de la medianoche y comer el fruto.

Aunque también existe otra teoría sobre el origen de esta tradición, la cual señala que en 1909 productores de Alicante, al sureste de España, tuvieron una cosecha excedente de uvas blancas de la variedad típica del lugar, llamadas Aledo, y las vendieron en vísperas de Año Nuevo.

Según la tradición, la noche del 31 de diciembre en la mesa se colocan 12 uvas delante de cada comensal, que simbolizan los 12 meses del año y que deben comerse con cada una de las campanadas del reloj.

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