Según las instrucciones del poeta chileno Nicanor Parra, en la ceremonia de sus funerales, al menos cuatro cosas deberían estar presentes: un par de zapatos de futbol, una bacinica floreada, sus gafas negras para manejar y un ejemplar de la Biblia. Lo escribió en 1969, hace cerca de 50 años, con el carácter irreverente, extravagante e insolente que caracterizó siempre su antipoesía. Ayer, el autor de ese antipoema titulado “Últimas Instrucciones”, murió cuatro meses después de haber cumplido 103 años.

“Terminando el velorio quedan en libertad de acción, ríanse, lloren, hagan lo que quieran”, escribió el poeta, matemático, físico y académico chileno que es considerado una de las mayores leyendas de la literatura hispanoamericana del siglo XX y pilar de la poesía chilena junto con Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Gonzalo Rojas.

En el antipoema incluido en su antología Obra Gruesa señala: “Cuidadito CON velarme/ en el salón De honor De la universidad/ o en la Caza del Ezcritor/ de esto no cabe la menor duda/ malditos sean si me velan ahí...” Lo que no se le ocurrió dejar por escrito es si le hubiera gustado la decisión que ayer tomó el gobierno chileno, que al conocer la noticia de su muerte, decretó dos días de duelo nacional y la suspensión de ceremonias oficiales.

Hombre de extravagante personalidad, poseedor de irónicas opiniones y picarescas odas a objetos y situaciones cotidianas y comunes, Parra se acercó con su antipoesía a los jóvenes que aun ahora encuentran en su obra una voz irreverente.

Nicanor, el hermano mayor de una familia de creadores, entre los que está la cantautora y artista plástica Violeta Parra, nació el 5 de septiembre de 1914. Luego de hacer estudios básicos, fue profesor de matemáticas en el Liceo de Chillán y en la Universidad de Chile, y durante varios años vivió en Estados Unidos e Inglaterra, hasta que regresó a Chile en 1951. A partir de los años 30 se dedicó al cuento y al ensayo. En 1937 publicó su primer libro de poemas, Cancionero sin nombre, pero fue en 1954, al publicar Poemas y antipoemas, que comenzó a ser llamado el creador de la “antipoesía”, un género que buscaba quitarle el carácter serio, solemne y grave a la poesía que se escribía.

En 1969 recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile; en 1991, el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo; en 2000, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana; en 2010 fue finalista al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y en 2011 fue condecorado con el Premio Cervantes. Se convirtió en un candidato eterno al Nobel de Literatura.

Para críticos y autores connotados como Harold Bloom, Niall Binns o Roberto Bolaño, Parra —autor de libros como Artefactos, Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, El anti-Lázaro, Páginas en blanco y Chistes para desorientar a la poesía— es uno de los mejores poetas de Occidente.

Un joven de 103 años. Nicanor Parra era reacio al contacto con la prensa y a los homenajes, vivía refugiado en Las Cruces, no lejos de la casa que tenía Pablo Neruda en Isla Negra, con quien tuvo diferencias. Y es que muchos los celebran pero unos tantos lo cuestionan.

El poeta mexicano David Huerta afirma que la poesía de Parra es la de un sobreviviente de muchas batallas, glorioso. “Fue un ejemplo de coherencia y sus poemas nos presentan esa coherencia como una gozosa imitación del caos. En el horizonte del pasado siglo y de lo que va de este, Parra forma el ángulo más carnavalesco, más lleno de frescura lúdica, de esa triada de chilenos geniales que se completa con Pablo Neruda y Gonzalo Rojas. (Entre los descendientes en esa fronda genealógica hay que contar a Elvira Hernández y Raúl Zurita, quienes aprendieron todo lo que pudieron de aquellos tres.)”

Luego dice que es una verdadera lata que nada más cuando se mueren les hagamos caso a los poetas; “mejor dicho, hacemos como que les hacemos caso. ¡Pónganse a leerlos, carajo!”, afirma Huerta, quien, como otros mexicanos, manifestó su pesar por la muerte del chileno. Antonio Ortuño escribió en Twitter: “A los 103 años ha muerto Nicanor Parra, el poeta insolente y genial.”; Luigi Amara tuiteó una imagen del poema “Misión Cumplida” y el mensaje: “Uno de mis antipoemas favoritos, que también puede leerse como antiepitafio”.

La presidenta chilena Michelle Bachelet, quien visitó a Parra en Las Cruces con motivo de sus 100 años de vida, en 2014, señaló: “Chile pierde a uno de los más grandes autores de la historia de nuestra literatura y una voz singular en la cultura occidental. ¡Estoy conmovida por el fallecimiento de Nicanor Parra! Mi más profundo pésame a su familia”.

El escritor y Premio Cervantes Sergio Ramírez señaló: “Si quieren un infaltable poeta de cabecera allí está Nicanor Parra. Lírico como no hay otro, burlón y burlesco, iconoclasta, provocador, siempre en el experimento, Nicanor y antinicanor. Como lo creía eterno me sorprende saber su muerte, pero eterna será su poesía, amén.”

Numerosas instituciones culturales españolas también lamentaron su muerte. El Instituto Cervantes destacó que Parra “rompió los moldes tradicionales de la poesía en lengua española”. Al tiempo de que recuperó algunos de sus versos: “Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y aceite de comer/ ¡Un embutido de ángel y bestia!”. El Instituto Cervantes evocó que en 2012, con motivo de la entrega del Premio Cervantes, el poeta depositó en la caja de seguridad número mil 552, su máquina de escribir, con la orden de devolvérsela a sus herederos el 5 de septiembre de 2064, fecha en la que cumpliría 150 años.

El escritor chileno Rafael Gumucio declaró a EL UNIVERSAL que “Nicanor Parra inventó el Chile actual. Es el que antes y mejor comprendió que había que vivir la contradicción sin conflicto. Su vida fue sin embargo un largo duelo de astucia, lucidez y dolor para imponer la voz del electrón periférico, y dejar en claro que cualquier ecuación sobre el mundo o la sociedad tiene que contar con las ‘variables ocultas’, que cambian todo el resultado de la ecuación. Tengo la impresión que pasaremos los próximos 101 años descifrando el sentido profundo de sus aparentes chistes”.

Sin embargo, Fabienne Bradu, investigadora de la UNAM, dijo en entrevista que la antipoesía no le gusta pero reconoce que la obra de Parra marcó una etapa importante en la poesía hispanoamericana del siglo XX para ciertos sectores de la crítica. “Sin embargo, la persona no me simpatiza: con los años y la admiración irrestricta de sus adeptos, se volvió un surtidor de ocurrencias, sin duda graciosas, pero más cercanas a la gesticulación verbal que a la poesía genuina”.

Bradu, quien es estudiosa y biógrafa del poeta chileno Gonzalo Rojas, cuestiona la pasión de Nicanor por el dinero y sus posturas políticas: “Nunca me resultaron muy claras y su comportamiento hacia su sobrino Ángel Parra, al que le negó refugio en la época de las persecuciones de las huestes militares de Pinochet, francamente indignante”.

Y es que durante la dictadura de Augusto Pinochet, Nicanor Parra fue señalado por mantener una postura ambigua con el régimen, alimentada por sus disputas públicas con Neruda, militante del partido comunista.

Parra se negaba a ser clasificado: “No soy ni derechista ni izquierdista. Rompo con todo”, explicó en alguna ocasión; luego, en otro momento dijo: “La izquierda y derecha unidas, jamás serán vencidas”.

En la tierra de Rulfo. Los lazos con México son tenues pero sólidos. Nicanor Parra fue el primer ganador, en 1991, del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, hoy Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, institución que lamentó su muerte y colgó en su cuenta de Facebook la fotografía y el discurso que el chileno pronunció al recibir el galardón el 23 de noviembre de 1991.

En ese texto titulado “Nos salvamos juntos/ o nos hundimos separados/ (Juan Rulfo, México y los mexicanos)”, el poeta chileno señala con su estilo desenfadado y antipoético: “Hay que volver a releer a Rulfo/ yo no lo conocía créanmelo/ me encantaba/ pero eso era todo/ no lo había leído en profundidad/ ahora veo cómo son las cosas/ agradezco los narco-dólares/ harta falta que me venían haciendo/ pero mi gran trofeo es Pedro Páramo/ no sé qué decir/ a los 77 años de edad/ he visto la luz/ + que la luz he visto las tinieblas”.

Nicanor Parra se fue cuando tenía 103 años, su muerte fue por causas naturales de la edad. Se fue quizás tranquilo porque luego de que su residencia sufriera un robo hace dos semanas, donde le sustrajeron una veintena de cuadernos con poemas originales, varios de los manuscritos le fueron devueltos días más tarde.

El velatorio de sus restos se realizarán en su casa de La Reina, y el jueves se efectuará el funeral en su residencia de Las Cruces, que mira al Océano Pacífico. (Con información de Jerónimo Abreu y agencias)

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