Cuando México atravesaba su pasaje más oscuro en el Mundial Sub-17 de Brasil, Marco Antonio ‘Chima’ Ruiz volteó a la banca y encontró en Efraín Álvarez la esperanza.

Cuando el número 18 de la Selección Mexicana entró de cambio al minuto 73’, el 1-0 en favor de Holanda comenzó a peligrar. Álvarez comenzó a aclarar el panorama con balones venenosos al área rival, que no fueron suficientes para que el marcador se igualara.

Seis minutos después de su ingreso al campo, descontó y puso el 1-1 con un disparo de tiro libre. Ya en los penaltis, la confianza de sobra en sí mismo estuvo cerca de traicionarlo y transformar su figura de héroe a villano. Tomó el balón para cobrar el primero y lo hizo a lo panenka, pero el portero holandés se quedó con el balón y dejó en ridículo a Álvarez. Para su buena suerte, México avanzó a la final.

Álvarez, quien nació -de padres mexicanos- en Los Ángeles el 19 de junio de 2002, es el jugador tricolor que llegó a la justa con mayores reflectores, gracias a la forma en la que su club, el Galaxy de LA, lo ha proyectado como una perla de la MLS.

Fichó con los angelinos en agosto de 2017, pero no fue hasta marzo de este año que el media punta debutó con el primer equipo, arropado por la exfigura del club, Zlatan Ibrahimovic., quien se deshizo en elogios hacia el juvenil mexicoamericano.

El futbolista no se distingue por su capacidad goleadora como por sus múltiples asistencias, una de las características más marcadas en su juego. Para la buena fortuna del Tricolor, marcó cuando más se necesitaba, a menos de 15 minutos de quedar eliminados de la Copa del Mundo Sub-17.

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