El 30 de enero del 2005, torneo de ClausuraToluca vencía 2 goles a 1 a Guadalajara, con goles de Vicente Sánchez y José Cardozo por los rojos, Adolfo Bautista anotaría por las Chivas. Ese partido fue el último en el que Hernán Cristante y Cardozo compartieron alineación frente al Rebaño, al término de ese torneo, el paraguayo saldría de la institución.

Trece años después, Hernán Rolando y José Saturnino se verán las caras nuevamente, pero fuera de las canchas, en los bancos. El portero, el argentino, al mando de los queridos Diablos y el delantero, el paraguayo, al frente de los tapatíos.

Quien compartió muchos años en el vestidor, con ambos, fue Alberto Macías, el “Flaco”, ese larguirucho defensa central que también forma parte de la época de oro de los mexiquenses.
El ahora formador de jugadores de la escuela de Toluca en Guadalajara, ve a la distancia y con placer lo que han hecho sus ex compañeros: “ Tienen la esencia que les dio tanto éxito como jugadores, tuvimos la suerte de tener un técnico, don Enrique Meza, que nos nos ayudaba a simplificar el juego, y eso lo hacen en la cancha. El profe decía: 'No bastaba con ganar, hay que jugar bien al futbol'”.

Y ambos lo intentan, a su manera: “A Hernán le gusta generar las jugadas desde la zona defensiva. El Toluca es más estructurado, elabora con mayor cantidad de toques, es mucho más colectivo. Y a José le gusta más aprovechar la dinámica, la verticalidad de los jugadores, es más frontal, es un juego más veloz entre líneas. Eso sí, los dos priorizan la posesión de la pelota y el jugar bien al futbol, como nos enseñó Meza”.

Llegaron a México sin fama, y hoy ambos son leyendas: “A diferencia de lo que se piensa de los extranjeros, ellos eran de un perfil bajo, de mucha humildad. Eran trabajadores, perfeccionistas,peor muy integrados al grupo”.

Tan integrados, que el “Flaco” con ambos, tiene su anécdota preferida: “Un día en  un interescuadras, no estábamos defendiendo bien y eso le molestó mucho a Hernán porque le estaban llegando mucho. En una acción agarró el balón y lo pateó con tanto coraje que lo voló de la Bombonera. Raro que se enojara así, pero ahí descubrimos que tenía gran potencia en su pierna”.

Y de Cardozo. “En un partido contra Tigres, ganábamos 2-1. Eran los minutos finales y teníamos un tiro de esauina en contra. Yo le gritaba, 'José, en la pelota corta', esa era su obligación, y no lo hacía, me ignoraba. Al final del juego me dice: 'Flaco, ven… Dile a la directiva que me pague un sueldo por defender, a mí me pagan por anotar'… Yo lo quería matar”.

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