El delantero español Fernando Torres se despidió hoy del Atlético de Madrid con enorme emoción y con los dos goles de su equipo en el empate 2-2 ante el Éibar en la última jornada de la Liga española de fútbol.

Fue un día muy especial para el mito rojiblanco. "De niño a leyenda", se leyó en el espectacular mosaico que el Atléticopreparó para el campo del Wanda Metropolitano antes de comenzar el partido.

A sus 34 años, Torres dijo adiós a una trayectoria, divididas en dos etapas, a su club de toda la vida, al que siempre quiso por encima de todo. La hinchada se lo reconoció y el partido fue una continua loa a las virtudes del delantero. Tanto a su juego como a su carisma.

No había nada en juego en el partido y los dos equipos ofrecieron un buen espectáculo. Kike García adelantó al Éibara los 35 minutos en una indecisión de la zaga local y a tres minutos del descanso se produjo todo un estallido de alegría en el Wanda Metropolitano con el primer gol de Torres tras asistencia de Ángel Correa.

El delantero hizo su segundo gol a los 60 minutos con una magnífica definición y en su celebración se abrazó a la grada entre el clamor de la hinchada.

El Atlético se quedó con diez jugadores a los 63 minutos por la expulsión de Lucas Hernández. Para entonces, Antoine Griezmann ya estaba en el campo.

A pesar de ser el héroe de la conquista de la Europa League, el francés recibió abucheos de una hinchada que ya le ve lejos del Atlético la próxima temporada. Sólo se invirtió el ambiente cuando el técnico rojiblanco, Diego Simeone, pidió a la grada que aplaudiera al delantero.

El Éibar aprovechó su superioridad numérica para marcar el definitivo tanto del empate a los 70 minutos, firmado por Rubén Peña.

Pero a ningún aficionado del Atlético le importó porque ya sólo tenía ojos y manos para Torres, despedido de su hinchada como una auténtica leyenda.

Al finalizar el encuentro, sus compañeros le hicieron un pasillo en reconocimiento a su trayectoria y en los videomarcadores se ofrecieron imágenes de toda su vida como rojiblanco. Fue el soñado final de un enorme pedazo de historia del club madrileño.

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