“Sé que es una tragedia, pero no lo asumo como tal. Para mí simplemente es un paso, es una fase y heme aquí”, expresó una sonriente Edith González el 8 de marzo de 2017, cuando reveló a EL UNIVERSAL que padecía cáncer de ovario.

Se lo tomaba hasta con humor negro, aunque decía que nadie lo entendía. Acababa de pasar por tratamientos de quimioterapia.

Su objetivo estaba claro: iba hacia adelante y así impulsaría a otras mujeres, pues se convirtió en vocera de una campaña contra el cáncer.

“No pienso dejarme derrotar, ni en lo físico ni en lo emocional ni en lo espiritual. Mi papá —quien también padeció cáncer— me dejó un gran estímulo. Y puesto que soy actriz, replico su comportamiento y su forma de encarar lo que te tocó”.

La batalla terminó ayer a las 5 de la mañana. Falleció a los 54 años tras haber tenido una recaída, informó la familia en un comunicado.

Quienes la conocían sabían de su sentido del humor, de su carácter, de su gusto por la moda, del cuidado de la imagen y de sus ganas de trabajar (lo hizo hasta abril).

La vi muy bien, guapísima, siempre le aplaudía eso, que era una guerrera que luchaba contra esto”, expresa su amiga Leticia Calderón.

Rubén Lara, quien produjo Entre mujeres, la última obra de teatro en la que participó Edith hasta marzo pasado, nunca tuvo queja.

“Sabíamos que estaba en tratamiento pero por respeto nunca preguntamos, nosotros la veíamos muy bien, toda una profesional, nunca la vi mal ni padeciendo nada”.

Al mismo tiempo, Edith participaba en el reality show de Azteca, Este es mi estilo, algo que, comenta la conductora Vanessa Claudio, jamás perdió ni estando enferma.

“Ante la vida no importaba qué estaba viviendo, siempre estaba de buen humor”.

Ayer, decenas de compañeros y amigos de la actriz acudieron al Panteón Francés, donde se llevó a cabo el funeral privado ante su esposo Lorenzo Lazo su hija Constanza.

Hoy el gremio artístico la despedirá en su sede, el Teatro Jorge Negrete de la Asociación Nacional de Actores, en lo que será una ceremonia abierta al público.

Edith sólo tenía un pendiente, se trataba de un deseo personal.

“No llegó a cumplirle el sueño a Constanza. Ella quería celebrar sus 15 años, mantener la tradición”, dice Vanessa Claudio.

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