Parece otra persona. Como si no fuera el mismo DJ que era capaz de mover a cientos de miles de personas en Europa y América desde su tornamesa. Pero sí, era el mismo Avicii, sólo que no estaba en un festival de música electrónica sino en el hospital.

Delgado, demacrado y conectado a sondas y aparatos, Avicii tomaba su computadora para, incluso en esos momentos, componer su música.

La escena es de 2016 y forma parte del documental True stories, que cuenta la vida detrás del vertiginoso éxito de este músico que durante tres años consecutivos estuvo en la lista de los mejores 10 DJ’s del mundo y que murió ayer los 28 años de edad.

A la tragedia de pronta muerte siguió el silencio de la familia: “Es con profundo dolor que anunciamos la pérdida de Tim Bergling, también conocido como Avicii”, indicó su representante.

“La familia está devastada y le pedimos a todos por favor respetar su necesidad de tener privacidad en este momento difícil. No habrá más comunicados”, añadió.

Pero las respuestas a la tragedia del DJ, que suma hasta mil 800 millones de reproducciones de sus videos en YouTube, parecen muy claras al revisar su último año de vida. Luego de un viaje de costa a costa por Estados Unidos, el sueco decidió retirarse de la música. “Tengo muy poco tiempo para la persona real detrás del artista”, dijo en un comunicado.

Agobiado por los problemas de salud provocados por suadicción al alcohol, había pasado ya demasiado tiempo en un hospital. El diagnóstico médico fue pancreatitis pero el sabía que lo que lo había destrozado era otra cosa: el éxito.

”Avicii fue otra víctima de los mánagers y agentes que prefieren arriesgar la salud del artista con tal de seguir haciendo dinero y mantener el tren a su máxima velocidad”, dijo Levan Tsikurishvili, el director del documental True stories, a Variety.

Fue por eso que decidió él mismo detener el tren. Pero fue demasiado tarde.

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