El Universo Marvel (UM) se expande. Inició su Fase 1 con Iron Man-el hombre de hierro; la concluyó con su sexta producción, The Avengers: los vengadores. La Fase 2 también tuvo seis películas, destacando Avengers, era de Ultrón y Capitán América y el soldado del invierno. Ahora, la Fase 3, que empezó con Capitán América: civil war, presenta su séptimo título, para sumar 19. Se trata de Avengers: infinity war (2018), sexto filme de los hermanos Joe y Anthony Russo (por la fórmula del UM merece crédito el productor Kevin Feige).

 El tema de Infinity war es que Thanos (Josh Brolin) destruirá parte del mismísimo universo cuando obtenga las gemas del infinito, seis en total que han aparecido a lo largo de estas cintas: la del espacio, contenida en el Teseracto de Loki (Tom Hiddleston); la de la mente que tiene Visión (Paul Bettany); la de la realidad que estaba en el destruido Asgard; la del Poder, u Orbe, en manos de Peter Quill o Star Lord (Chris Pratt); la del tiempo, u Ojo de Agamotto del Dr. Strange (Benedict Cumberbatch); y la del alma, ¿perdida?

Para entender Infinity war deben verse en secuencia, de la Fase 1: Capitán América: el primer vengador (2011), Iron Man (2008), Iron man 2 (2010), Hulk, el hombre increíble (2008), Thor (2011) y Los vengadores (2012). De la Fase 2: Iron Man 3 (2013), Thor: un mundo oscuro (2013), el Soldado del invierno (2014), Guardianes de la galaxia I y II (2014 & 2017), Era de Ultrón (2015) y Ant Man: el hombre hormiga (2015).

De la Fase 3, Civil war (2016), Pantera negra (2018), Spider man, de regreso a casa (2017), Doctor Strange: hechicero supremo (2016) y Thor: Ragnarok (2017). ¿Suena complejo? Lo es.

El filme tiene la peculiaridad de incluir seis actos: 1) detonante del conflicto, 2) despliegue y ensambladura de ¡todos! los Vengadores, 3) despegue del primer clímax, 4) directriz de acciones hacia el punto 5): debacle-apoteosis con la cámara de Trent Opaloch encarnando delirantemente la poética hongkonesa de la acrobacia en el avance-retroceso de los héroes vs. Thanos, y 6) desquiciamiento catastrofista. Con sorpresas y descansos cómicos a lo largo del camino.

Cada fan auténtico conoce los vericuetos de las cintas y entiende el alcance de esta magna, épica Infinity war. El espectador ajeno al UM (a estas alturas algo que parece imposible) tendrá impresionante jaqueca lidiando con la abultada nómina de personajes y situaciones. Pero quienes a lo largo de 10 años siguieron el UM encontrarán apasionante el vértigo ultradinámico característico de los Russo.

La trama de Christopher Marcus y Stephen McFeely es un barroquísimo cómic hipervisual que sostiene en el filo de la butaca al espectador con las peripecias del demencial cara a cara entre Thanos y el ejército de Vengadores-Guardianes. Aunque ya se nota fatiga en su concepción sobre el fin de la humanidad, siempre colosal, casi casi inevitable.

Tiene un “pero”: Thanos se ve dibujado, muy artificial (problema raro en Marvel, especialista en villanos antropomórficos, véanse Loki y su hermana Hela, y no en artificiales, véase Ultrón). Imposible identificarse con Thanos o temerle. Para una cinta de más de 300 millones de dólares es imperdonable tener un maloso que parece monigote, más si incluye varios personajes perfectamente maquillados. ¿Qué tanto costaba un maquillaje verosímil para el actor que encarna al antagonista supremo de la saga? Optar por el dibujo electrónico en 3-D es un defecto que pesa en un filme que, eso sí, es entretenido a rabiar.

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