Cádiz.— ¿Es usted Luis Miguel Gallego Basteri?”, pregunta la empleada del cementerio en el mostrador. “¿No? En ese caso no puedo informarle de dónde están los restos de los que me habla. En el registro pone que sólo puede saberlo él”.

Cuando las cenizas de Luisito Rey, el padre de Luis Miguel fueron depositadas en 1992 en el cementerio de Chiclana, en Cádiz, el cantante puso dos condiciones: no debería figurar lápida identificativa, y sólo él y la familia podían conocer el paradero de los restos.

Fue la última protección que tomó El Sol contra su pasado familiar español, que tantos dolores de cabeza le ha causado. En un intento por conocerlo mejor, EL UNIVERSAL visita Cádiz, en donde nacieron su padre y sus tíos, y donde Luismi residió brevemente en los setenta.

En uno de los momentos más bajos de la carrera de Luis Rey, cuando se le cerraron las puertas de América, los Gallego (con Luis Miguel incluido) regresaron a España. Pero en Madrid y Barcelona no les fue bien y se refugiaron en Cádiz, con los padres de Rey, en un apartamento en San Fernando, a las afueras de la capital.

Los abuelos, Matilda y Rafael, se quedaron a cargo de los dos hijos que tenía Luis Rey entonces (Sergio, el tercero, llegaría después) mientras él seguía moviéndose en busca de fortuna. Luis Miguel y Alejandro comenzaron a ir al colegio en San Fernando. “Sí, Luis Miguel estudió aquí”, confirma el padre Serafín Galindo, director del Liceo Sagrado Corazón, “e hizo la comunión en nuestra iglesia”.

En el colegio tienen las calificaciones de uno de los cursos que el cantante pasó allí, el de 1979-80, con nueve años. No se le dio muy bien, como demuestra un aviso al pie del boletín: “Conviene se esfuerce en sus estudios”. El padre Serafín explica que la situación era complicada. “Por lo que se recuerda en el colegio, fue un niño que llegó sin haber asentado el nivel necesario, y se fue a mitad de curso sin que le diera tiempo tampoco. Eso entonces no lo sabíamos, pero se ve que es por el tipo de vida que llevaba: no lo tenía fácil, de un sitio a otro”.

El profesor explica que sí quedaron más recuerdos en el colegio de su hermano Alejandro, que tuvo tiempo de terminar más cursos, “y hay quien dice que cantaba mejor”, bromea.

Antes de despedirse, el padre Serafín señala la casa en la que Luis Miguel vivió con sus abuelos y dos perritos pequineses, en la Calle Real. La vivienda fue uno de los motivos de pleitos posteriores entre El Sol y su familia paterna. Lo acusaron de no darles dinero, y aseguraban que los abuelos iban a perderla por una deuda.

En 1980 Luis Miguel y sus padres viajaron a México y comenzaron a cimentar su carrera. Ya sólo volvería a España de vacaciones. En los noventa, cuando Luis Rey había muerto y Marcela estaba desaparecida, los Gallego se hicieron habituales en la prensa del corazón española para dar exclusivas morbosas sobre la intimidad del cantante. Fuentes conocedoras del enfrentamiento aseguran que todo acabó cuando el cantante amenazó con acciones legales. Entonces se perdió la pista de los Gallego.

“Yo llevo viviendo aquí 10 años y nunca he sabido de Luis Miguel ni de su familia”, explica un vecino del edificio de sus abuelos en San Fernando. En una tienda de dulces en el bajo, el propietario confirma ese silencio: “Me han contado la historia, pero aquí no queda nadie. Es algo que se explotó en su día. Sobre todo su tío vendió muchas exclusivas. Cada uno intenta ganarse la vida como puede, pero es una historia que no tiene nada que ver con la gente de aquí”.

“Los dos tíos de Luis Miguel están ya bajo tierra”, explica Juan Carlos Portela. El padre de Portela fue uno de los primeros representantes de Luisito Rey en Cádiz. “La relación es tan estrecha que Luis Rey es el padrino de mi hermano”, cuenta.

Portela explica que, a su vuelta a Cádiz, la relación con los Sánchez fue muy intensa. “Intentamos ayudar a Vicente en lo que pudimos”, dice, antes de que aclarar que no desea hablar sobre Luis Miguel ni su conflictiva relación con la familia.

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