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San Luis Potosí es una ciudad que guarda en su memoria histórica la huella de épocas pasadas, muchas de las cuales se plasman en monumentos que marcaron su desarrollo urbano. Uno de los más emblemáticos fue el Arco del Comercio, una estructura efímera pero grandiosa que, aunque ya no existe, sigue vivo en los recuerdos de los potosinos.
Este arco fue un símbolo de las celebraciones patrias de 1906, un claro ejemplo del arte efímero que, por su naturaleza temporal, encierra una belleza y un significado único.
Un monumento para la historia
El Arco del Comercio fue erigido en 1906 en la intersección de las calles Hidalgo y Álvaro Obregón, con motivo de las festividades por el Centenario de la Independencia de México. Su creación estuvo a cargo del ingeniero Octaviano Cabrera, quien diseñó una estructura de estilo neoclásico que combinaba detalles mudéjares y porfirianos, fusionando varias influencias arquitectónicas para lograr una obra única y majestuosa.
El arco, que se erigió temporalmente en uno de los lugares más transitados de la ciudad, representaba el espíritu patriótico del momento. Con una altura impresionante, se destacaba por sus dos columnas de capiteles corintios que soportaban un pórtico y un frontón, enmarcando un gran arco central flanqueado por dos más pequeños. A lo largo de su estructura, destacaban dos águilas de estilo porfiriano, símbolos de la libertad y la fuerza de la nación.
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Arte efímero: una belleza fugaz
La singularidad del Arco del Comercio residía en su carácter efímero. Construido con materiales no permanentes como madera, cartón y yeso, el arco fue una obra de arte que, aunque de gran impacto visual, no estaba destinada a perdurar.
Durante su tiempo de existencia, de 1906 a 1911, el monumento fue motivo de admiración y orgullo para los habitantes de la ciudad, quienes lo veían como un reflejo de la grandeza de su país en los momentos de celebraciones patrias.
Por las noches, el arco se iluminaba con una serie de luces que acentuaban sus detalles y resaltaban las fechas conmemorativas: 1810, año de la Independencia y 1906, cuando se celebraba su centenario. Esta iluminación proporcionaba un espectáculo visual que sumaba al esplendor de la festividad y hacía aún más impresionante la estructura. Sin embargo, debido a la fragilidad de los materiales, el arco comenzó a deteriorarse con rapidez y fue retirado una vez que cumplió con su cometido conmemorativo.
Reconocimientos y legado
El Arco del Comercio no solo fue un monumento visualmente imponente, sino también un referente en el ámbito de la arquitectura y el diseño. Durante la primera Exposición Agrícola e Industrial Potosina, celebrada en septiembre de 1906, el arco fue premiado en diversas categorías: el proyecto fue reconocido para el ingeniero Octaviano Cabrera, la carpintería fue premiada a Antonio O. Cervantes, la pintura decorativa a Andrés Hernández, y las esculturas a Ireneo Vela. Este reconocimiento oficial dejó claro que el arco no solo cumplía con una función conmemorativa, sino que también era una pieza destacada en el panorama artístico de la época.
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El contexto urbano: pasaje Hidalgo y la ciudad
El Arco del Comercio fue colocado en un lugar estratégico, en el corazón de la ciudad. En ese entonces, el Pasaje Hidalgo ya era un centro neurálgico del comercio potosino, un corredor que albergaba tiendas de lujo, bancos y comercios que reflejaban el dinamismo económico de la ciudad. El Pasaje Hidalgo se consolidaba como uno de los principales puntos de encuentro para los potosinos y visitantes, el Arco del Comercio fue una adición perfecta a esta vitalidad.
A través de los años, el Pasaje Hidalgo ha sido testigo de múltiples transformaciones. Desde el siglo XVIII, cuando comenzó a ser un centro de intercambio comercial, hasta la actualidad, con su rol como el andador comercial más grande de Latinoamérica. El paso del tiempo ha dejado huella en sus edificios, algunos de los cuales conservan su arquitectura original y otros han sido remodelados, pero todos siguen siendo testigos del pulso de la ciudad.
La desaparición del Arco: un recuerdo que perdura
Este monumento temporal se suma a la lista de obras que, aunque desaparecieron con el tiempo, siguen siendo un símbolo de lo que representaron para una época. La historia del Arco del Comercio, más allá de su estructura física, habla de la identidad y el espíritu de San Luis Potosí en un momento clave de su historia: el inicio del siglo XX, cuando la ciudad vivió un renacer económico-social y cuando la memoria colectiva del país celebraba los 100 años de independencia.
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Aunque ya no se encuentra en la esquina de las calles Hidalgo y Álvaro Obregón, el recuerdo de este monumento sigue vivo en la memoria colectiva de los potosinos. Hoy en día, al caminar por el Pasaje Hidalgo, muchos se preguntan cómo habría sido ver el arco en su esplendor, iluminado por las luces que resaltaban su majestuosidad.
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