Ubicado en el corazón de la Huasteca Potosina, Ahuacatlán de Jesús, una delegación del municipio de Xilitla, es reconocido por elaborar el pan más delicioso y tradicional de San Luis Potosí.
Su apodo no es casualidad: es conocido como “la capital del pan”, gracias a la dedicación de sus panaderos que, generación tras generación, han perfeccionado recetas que combinan ingredientes simples con un toque inigualable: el horno de leña.
La esencia de su panadería radica en el uso de hornos de leña, que impregnan cada pieza con un aroma y sabor inigualables. Las conchas, las tapas de armadillo, las roscas, los bisquets, los polvorones y las bolitas de horno forman parte de la amplia variedad que se encuentra en sus panaderías familiares.
Además, el pan de queso, otra especialidad local, es el acompañamiento perfecto para una taza de café de altura, cultivado en la misma región de Xilitla. Cabe señalar que durante generaciones las familias de Ahuacatlán han mantenido vivas sus recetas tradicionales, resistiendo al paso del tiempo y a los cambios del mercado.
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Mientras Ahuacatlán es sinónimo de pan de leña, otro rincón potosino también merece reconocimiento: Santa María del Río. Famoso por la elaboración de campechanas, un pan crujiente y caramelizado que ha conquistado paladares dentro y fuera del estado. Su textura ligera y sabor único lo convierten en un emblema del pan potosino.
Aunque el pan de Ahuacatlán sigue siendo aclamado por locales y turistas, la tradición panadera enfrenta serios desafíos. Cada vez hay menos jóvenes interesados en continuar con el oficio, ya que lo consideran físicamente demandante y poco rentable. Esta situación pone en riesgo la continuidad de uno de los patrimonios gastronómicos más auténticos del estado.
Algunos panaderos han intentado innovar con opciones de pan “dietético”, especialmente durante la pandemia, pero el verdadero valor del pan de Ahuacatlán sigue estando en sus métodos artesanales y en la historia que acompaña cada pieza horneada.
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En San Luis Potosí, hablar de pan es hablar de identidad, herencia y sabor. Ahuacatlán de Jesús resguarda uno de los secretos mejor horneados del país, mientras que pueblos como Santa María del Río complementan esta rica tradición con sus propias especialidades. En cada mordida, hay una historia que merece seguir viva.