En lo profundo del Altiplano potosino, rodeado de cerros y caminos de tierra rojiza, existe un pueblo cuya historia brilla tanto como los minerales que lo vieron nacer. Se trata de un sitio fundado en el siglo XVI tras un hallazgo mineral que cambiaría el rumbo del territorio potosino y que, durante siglos, fue sinónimo de riqueza, conflicto, abandono y resistencia.

Este lugar hoy conocido como Cerro de San Pedro fue el primer asentamiento importante de lo que hoy es . Su crecimiento inicial fue tan relevante que incluso se consideró como posible sede de la capital del estado. Sin embargo, la falta de agua impidió ese destino, dando paso al surgimiento de otra ciudad que sí pudo sostener el desarrollo.

Foto: Facebook Peregrina De Abajo.
Foto: Facebook Peregrina De Abajo.

El origen: oro, guachichiles y conquista

La historia comenzó cuando un indígena guachichil reveló a los colonizadores el secreto que guardaban los cerros: vetas de y tan abundantes que, según las crónicas, se comparaban con las del legendario Potosí en Bolivia.

Bautizado en honor a San Pedro y a aquellas minas sudamericanas, el sitio se convirtió rápidamente en un polo de atracción para mineros, colonos y empresas que vieron en sus entrañas una fuente casi inagotable de metales preciosos.

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Durante la Colonia y más tarde, bajo el dominio de compañías extranjeras, el mineral fue intensamente explotado. Además de oro y plata, se extrajeron , y . Las riquezas salían en caravanas hacia otros puntos del virreinato y eventualmente hacia Europa.

Foto: Agenda San Luis
Foto: Agenda San Luis

Auge minero y arquitectura colonial

Con la bonanza, el pueblo creció. A su alrededor surgieron haciendas de beneficio, hornos de fundición y decenas de minas. Aunque nunca tuvo un trazado urbano formal, se construyeron templos, plazas y casas de piedra que aún hoy resisten el paso del tiempo.

Uno de los templos más destacados —aún en pie— es una iglesia barroca del siglo XVIII, que es testimonio de una época de prosperidad. Incluso, el escudo de armas del estado de lleva en su diseño la imagen del cerro que le dio origen.

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Foto: Fundación Todos por Cerro San Pedro
Foto: Fundación Todos por Cerro San Pedro

El colapso: hundimientos y éxodo

Pero la abundancia tuvo un precio. La explotación sin control debilitó el subsuelo, provocando hundimientos y derrumbes desde inicios del siglo XVII. A medida que los tiros colapsaban y las vetas se agotaban, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de los habitantes. Para 1630, el lugar ya estaba casi deshabitado.

Aunque en siglos posteriores hubo breves respiros de bonanza minera, el patrón se repitió: auge, saqueo, abandono. Para el siglo XX, las minas eran operadas por grandes empresas, pero las condiciones laborales eran precarias.

En 1947, un intento sindical para mejorar la situación terminó en tragedia: tras un conflicto obrero, las minas fueron incendiadas deliberadamente, marcando el inicio del declive definitivo.

Foto: Especial
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La transformación del cerro: minería a cielo abierto

A inicios del siglo XXI, una nueva etapa minera revivió los temores del pasado. La operación de una empresa extranjera transformó de manera irreversible el paisaje. Con técnicas de , el antiguo cerro fue literalmente cortado en escalones, convertido en un cráter artificial que borró para siempre la silueta que por siglos representó al estado.

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La promesa de empleo dividió a la comunidad. Algunos vieron en la mina una oportunidad; otros, una traición al y . Aunque se justificó la operación con argumentos económicos, gran parte del empleo fue ocupado por personal foráneo, dejando al pueblo con más pérdidas que beneficios.

Hoy: memoria, dignidad y resistencia

En la actualidad, el Cerro de San Pedro cuenta con aproximadamente unos 70 habitantes. A pesar de su apariencia de , mantiene viva su identidad a través de su , su historia oral y una vida cultural modesta pero persistente.

Aquí se pueden visitar iglesias coloniales, una que revive los días de oscuridad bajo tierra y un pequeño museo comunitario que narra el legado del lugar.

En sus calles silenciosas aún se venden artesanías, se cocinan platillos tradicionales como las enchiladas potosinas y se organizan recorridos que buscan no sólo atraer visitantes, sino también conservar la memoria de lo que fue.

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Foto: Archivo. EL UNIVERSAL
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¿Cuáles fueron las razones de su desaparición?

La decadencia de este histórico pueblo no se debe a un solo factor. Entre las principales causas destacan:

  • Falta de agua desde su origen, lo que limitó su desarrollo urbano y económico.
  • Colapso de las minas por explotación desmedida, lo que hizo peligrosa e inviable la actividad minera tradicional.
  • Sobreexplotación por compañías extranjeras, las cuales dejaron más daños que beneficios locales.
  • Conflictos laborales y cierre de operaciones, que provocaron el éxodo de trabajadores y sus familias.
  • Destrucción física del cerro, lo que implicó también la pérdida de un símbolo cultural y natural del estado.
  • Ausencia de políticas de conservación histórica, que permitieran el desarrollo sustentable del sitio.
Foto: Especial
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Un símbolo nacional ignorado

Este pueblo no sólo fue el punto de partida para fundar . También representa una historia compartida por muchas regiones de México: riqueza extraída sin retorno, comunidades abandonadas y paisajes transformados por intereses ajenos.

Su historia es una advertencia, pero también una inspiración. A pesar de todo, quienes aún viven ahí mantienen la esperanza de que no se olvide su pasado y luchan cada día por construir un futuro que honre su herencia.

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