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En cada rincón del estado de San Luis Potosí, el Día de Muertos se vive con orgullo, devoción y alegría. Los municipios potosinos han transformado sus calles y plazas en escenarios vivos de color y nostalgia, donde las flores de cempasúchil guían el camino de los difuntos y los altares cuentan historias de fe, amor y memoria.
En la Huasteca Potosina, municipios como Aquismón, Xilitla y San Vicente Tancuayalab destacan por su mezcla de tradiciones indígenas y costumbres mestizas.

En Aquismón, las casas se adornan con caminos de pétalos de flor y veladoras que, según la tradición tenek, iluminan el regreso de las almas.
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En Xilitla, los visitantes disfrutan de un ambiente místico entre el jardín surrealista y las calles empedradas, donde los altares comunitarios se montan con frutas, pan y bebidas locales.
Mientras tanto, en Soledad de Graciano Sánchez, los altares y catrinas gigantes se han convertido en un atractivo turístico. El Jardín Principal luce repleto de flores de cempasúchil, arcos florales y calaveras monumentales elaboradas por artistas locales. Las familias pasean, se toman fotografías y disfrutan de los concursos de disfraces que cada año organizan las autoridades municipales.

En la región del Altiplano, Real de Catorce revive su magia con procesiones, tapetes de aserrín y ofrendas frente al Templo. Las calles empedradas se iluminan con velas y faroles, creando un ambiente que parece detenido en el tiempo.
En Cerritos, la plaza principal se llena de música, pan de muerto y altares dedicados a los difuntos más recordados de cada comunidad.

El lenguaje simbólico del Día de Muertos
El Día de Muertos es una de las tradiciones más emblemáticas de México y fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2008. Cada elemento de la ofrenda tiene un profundo simbolismo que conecta lo terrenal con lo espiritual:
Flor de cempasúchil: Conocida como la flor de los 20 pétalos, su color amarillo representa al sol, guía de las almas en su regreso al mundo de los vivos. Se cree que su aroma ayuda a los espíritus a encontrar el camino hacia su hogar.
Pan de muerto: Este pan dulce simboliza el cuerpo del difunto y los huesos, decorado con tiras cruzadas que representan los cuatro rumbos del universo. El azúcar alude a la dulzura de la vida y el recuerdo.

Papel picado: Sus colores vivos y sus delicadas figuras representan el viento, uno de los cuatro elementos de la naturaleza. Al moverse con el aire, se dice que los difuntos se hacen presentes.
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Veladoras: La luz que guía el alma en su camino. Cada vela encendida representa un ser querido y su flama simboliza la esperanza y la fe en el reencuentro.
Así, entre pétalos anaranjados, velas encendidas y el eco de la música tradicional, San Luis Potosí demuestra una vez más que la muerte, lejos de ser olvido, es una forma luminosa de seguir viviendo.
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