En medio de un mercado tradicional que pareciera estar en sus últimos suspiros, con locales vacíos, cortinas abajo, paredes con escaso rastro de pintura, ahí, en el corazón del San Luis 400 se encuentra uno de los negocios que por décadas ha sorteado diversas dificultades para hoy en día mantenerse vivo, con mesas llenas y las manos de sus tenderas que no dejan de “tortear” para darse a basto: las gorditas Lucha.

La señora Lucha, fundadora de este establecimiento -hoy conocido por muchos como una tradición gastronómica-, recuerda que fue en 1992 cuando inició la construcción del entrañable Mercado San Luis 400, en la capital de San Luis Potosí, espacio que fue inaugurado en 1993. En aquel entonces, cientos de comerciantes ambulantes que se apostaban en la explanada del mercado República se instalaron al interior del nuevo lugar con la esperanza hacer prosperar sus negocios.

Desde aquellos años, de más joven, Lucha se dedicaba a ayudarle a su mamá, de quien heredó el sazón y el oficio al vender comida al interior del mercado República, en el mismo punto en el que actualmente se encuentran estas delicias gastronómicas.

Pero en el mercado San Luis 400, en las palapas 3 y 4, su historia comenzó diferente, ya que éstos no fueron inicialmente de ella, pues su hermano fue quien obtuvo el lugar, no obstante, al darse cuenta que era un espacio para alimentos decidió cederlos a su hermana.

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Así llegó la inauguración de las gorditas Lucha, hace casi 33 años, con alimentos que comenzaron a conquistar a los clientes gracias al sazón, la variedad, la amabilidad y la convicción de que los comensales siempre se vayan satisfechos.

La entrega de doña Lucha (primer plano) ha sido clave para que su negocio prospere. Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL
La entrega de doña Lucha (primer plano) ha sido clave para que su negocio prospere. Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL

Aunque el éxito de aquel entonces no fue para todos, pues fueron sólo unos meses los que el mercado San Luis 400 estuvo lleno de comerciantes en su totalidad. Muchos locatarios, desesperados por las bajas ventas y la lejanía del lugar con el corazón del centro histórico de San Luis, comenzaron a abandonar sus negocios, pero doña Lucha se mantuvo firme a quedarse ahí y no regresar más a las calles.

“Antes estaba lleno y muy alegre, estaba bien bonito, había muchos comercios, estaba limpio y mucha variedad. Pero los ambulantes se empezaron a desesperar porque decían que aquí no vendían”, cuenta.

Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL
Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL

“Yo sobreviví porque como todos los ambulantes me conocían, pues en esos tiempos no se vendía tanto y yo les decía, yo les regalo gorditas porque no vendían y no tenían dinero y pues yo se las daba porque de todos modos la comida se me iba a quedar. Y aunque muchos se fueron yo me quedé porque ya no quería ser ambulante, se sufre mucho, agua, frío, calor, no hay ni para baño", relató.

Poco a poco se fueron vaciando los locales, en la década de los 2000 ya el mercado comenzaba a mostrar pasillos vacíos y cortinas abajo, pero el corredor de comida, donde se ubica doña Lucha, logró mantenerse estable, ya que había ganado reconocimiento como uno de los sitios más populares para comer un antojito gracias a su gran variedad de gorditas, sopes, quesadillas, migadas, burritos, huaraches, entre otros.

Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL
Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL

Años más tarde, con la llega a la zona de la Ciudad judicial, el Sistema Educativo Estatal Regular (SEER), el centro de alto rendimiento, el mercado San Luis 400 y especialmente la zona gastronómica tuvo un mayor impulso en ventas y reconocimiento.

Pero luego llegaría la pandemia y con ello la ausencia de clientes... aún así, cuenta doña Lucha, los locatarios de comida en este lugar lograron reinventarse y sobrevivir.

Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL
Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL

“Sobrevivimos porque nos actualizamos, fue ahí cuando implementamos el pedido a domicilio por teléfono. Nos hacían el pedido, lo llevábamos y lo dejábamos afuera sin contacto, pero gracias a Dios nos mantuvimos”, detalla.

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Gorditas lucha, un negocio familiar caracterizado por la entrega


La entrega que doña Lucha pone cada día a la vida, a su negocio, a cada platillo y cada guiso, ha sido clave para que logre salir adelante junto a su familia, especialmente sus hijas que han sabido caminar con su mamá para seguir sacando adelante el negocio.

Actualmente uno de los hijos de Lucha radica en Estados Unidos, pero sus dos hijas, gracias a su esfuerzo, lograron concluir sus estudios. Hoy una de ellas es chef y también es parte del negocio, mientras que otra de ellas, es regidora del municipio capitalino, sin embargo, los fines de semana deja su papel edilicio para usar delantal, tomar la masa y preparar gorditas.

Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL
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La señora Lucha concluye que su negocio se mantiene vivo y con la preferencia del público por más de 30 años gracias a la voluntad de Dios y la clientela.

“Ellos son los que me mantienen aquí. Tenemos altas y bajas y aquí seguimos y seguiremos hasta que lo diga Dios”, concluye.

El Mercado San Luis 400 se ubica en prolongación Coronel Romero, a unos pasos del primer cuadro del centro histórico de la ciudad.

Foto: Nancy Lizet Hernández EL UNIVERSAL
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