El corazón de San Luis Potosí guarda entre sus rocas y cañadas uno de los secretos mejor preservados del pasado arqueológico de México: las pinturas rupestres realizadas por pueblos nómadas y seminómadas que datan desde antes de Cristo.

Estas manifestaciones artísticas no sólo son testimonio de la presencia humana en la región desde tiempos remotos, sino que también revelan una cosmovisión compleja, ligada al paisaje, al agua y a los ciclos de la naturaleza.

Ubicadas en la , sitio que ha sido históricamente un sitio de tránsito y refugio para grupos cazadores-recolectores, también por su ubicación geográfica es la zona de frontera entre Mesoamérica y Aridoamérica, lo que explica la diversidad de estilos y simbolismos encontrados en sus pinturas.

¿Qué representan estas pinturas prehistóricas?

Los motivos que decoran las paredes rocosas de la sierra son mayoritariamente geométricos y abstractos: líneas en zigzag, grecas escalonadas, cruces, marcas dactilares y diseños que evocan calendarios o rutas.

Entre las figuras más intrigantes se encuentra el llamado “ciempiés”, un símbolo que se interpreta como una representación del agua en movimiento, posiblemente usado para mapear rutas migratorias o rituales.

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Algunos paneles muestran pigmentos rojizos, morados y negros aplicados con técnicas rudimentarias, en algunos casos directamente con los dedos. Estos vestigios podrían haber tenido un uso ceremonial o comunicativo, marcando puntos de reunión, pasos importantes o sitios sagrados.

Foto: Gobierno de México.
Foto: Gobierno de México.

¿Dónde están ubicadas las pinturas rupestres?

Las pinturas se encuentran en la Sierra de San Miguelito, al sur del estado de San Luis Potosí, en una zona adyacente al municipio de , dentro de un Área de Protección de Flora y Fauna decretada en el año 2021. El sitio específico donde se han documentado varios conjuntos pictóricos está en las inmediaciones del , una vasta llanura delimitada por colinas de origen volcánico.

El acceso a los abrigos rocosos donde se hallan las pinturas requiere una caminata a pie de monte, cruzando arroyos secos y parajes con vegetación típica del matorral xerófilo. El entorno es árido, pero sumamente diverso en flora y fauna, con presencia de especies endémicas y de gran interés científico.

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¿Qué tan antiguas son estas pinturas rupestres?

Aunque tradicionalmente se han fechado entre el año mil a.C. y 700 d.C., recientes estudios arqueológicos y geológicos sugieren que algunas de estas pinturas podrían tener entre 3 mil y 4 mil años de antigüedad. Esta hipótesis se basa en la comparación de símbolos similares encontrados en regiones tan distantes como el norte de Europa, el Amazonas y el suroeste de Estados Unidos.

Los periodos culturales identificados en la región —Venadito, Huerta y Tunal Grande— reflejan una evolución en las formas de vida de los antiguos pobladores, desde bandas móviles de cazadores hasta pequeños asentamientos con prácticas agrícolas incipientes. Las pinturas rupestres son testigos silenciosos de estos cambios sociales y ambientales.

¿Qué relación tenían estos pueblos con el entorno?

El paisaje de la Sierra de San Miguelito era mucho más que un territorio de paso. Para los antiguos pobladores, las rocas, los manantiales y los cerros tenían una dimensión espiritual. Las montañas no eran simples accidentes geográficos: eran entidades vivas, sitios de poder y conexión con el mundo sobrenatural.

Pintar sobre una roca era un acto ritual, una forma de diálogo con los dioses, los ancestros o las fuerzas invisibles que habitaban el entorno.

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Foto: Facebook Los Trepa Cerros.
Foto: Facebook Los Trepa Cerros.

¿Qué se está haciendo para proteger este legado?

Gracias al decreto que reconoce a la Sierra de San Miguelito como Área Natural Protegida, se han iniciado planes de manejo que incluyen la conservación del patrimonio arqueológico. Investigadores, comunidades locales y autoridades trabajan de manera conjunta para documentar los sitios, impedir su deterioro por actividades humanas y promover una relación más respetuosa con el entorno.

Además, las universidades locales, como la UASLP, han comenzado a difundir estos hallazgos mediante exposiciones y experiencias inmersivas, con el fin de sensibilizar a la población sobre la importancia de este legado cultural.

En un contexto donde el cambio climático, la expansión urbana y el olvido amenazan con borrar las huellas del pasado, las pinturas rupestres de San Miguelito nos recuerdan que cada trazo en la roca fue una forma de existir, de pensar y de sentir el mundo. Su estudio no solo aporta conocimiento arqueológico, sino también una reflexión profunda sobre la relación entre humanidad y naturaleza.

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