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“Los uniformados nos están chingando”, “yo fui las dos niñas que compró un policía para violarlas todos los días”, “yo fui...yo fui...yo fui”, “yo fui todas y cada una de las mujeres y niñas violadas por policías”, así inició el reclamo de justicia, la petición de no subestimar los ataques sufridos en contra de las muertes por parte de quienes se suponen deberían protegerlas.
Nuevamente las voces de las mujeres llamaron a la población “señor, señora, no sea indiferente, se viola (...) se mata a las mujeres en la cara de la gente (...) mujer consciente se une al contingente”.
Las miradas a su alrededor, algunas acompañaban sus protestas, otras retadoras, las observaban de arriba a abajo como si de mercancía para comprar se tratara, “verga violadora, a la licuadora”, coreaban mientras caminaban de Plaza de Armas rumbo al edificio central de la UASLP.
“Somos feministas, malvadas, abortistas y no nos puedes controlar”, entonaban al frente del edificio de la Máxima Casa de Estudios al que custodiaban dos trabajadores, quizá en espera de pintas que opacaran la exigencia de justicia, el llamado a que la Policía detenga los abusos en contra de las mujeres.
Así las voces de las potosinas se unieron a miles más en todo el país para hacer entender que debe ser más importante el detener a los responsables de la violencia contra las mujeres que un puño de brillantina espolvoreando sobre un uniforme o traje sastre, así brillaron las voces feministas en uno de loa municipio en los que ocurren el 50 por ciento de los feminicidios en la entidad.
maria.medrano@clabsa.com.mx
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