Tres operadores de las unidades que trasladan diariamente al personal de la empresa General Motors en San Luis Potosí denunciaron que, a pesar de haber presentado reportes y quejas internas, la empresa no ha atendido una serie de agresiones cometidas por una usuaria que, según relataron, presume tener cercanía con directivos de la planta y utiliza ese supuesto respaldo para actuar con impunidad.

Los trabajadores difundieron también una carta abierta en la que relataron que los incidentes comenzaron con insultos y palabras ofensivas, pero con el tiempo se transformaron en agresiones físicas: empujones, escupitajos, patadas y golpes.

Afirmaron que los hechos se encuentran documentados y han ocurrido en repetidas ocasiones.

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En la carta, los tres operadores describen el ambiente que viven cada día arriba de la unidad:

“En medio del ruido del motor y la rutina, lo que pesa no es el tráfico, sino el miedo a que ella vuelva a subir. No es un reclamo más, es un llamado urgente. Estamos llegando a un punto en el que ya no podemos seguir así”, expresaron.

Aseguraron que el temor principal es que las conductas que ya han experimentado se vuelvan todavía más peligrosas.

De acuerdo con su testimonio, las agresiones ocurren incluso frente al resto de los usuarios, a quienes, señalaron, la mujer también insulta y discrimina, pidiéndoles que se sienten en la parte trasera “por ser inferiores”, reforzando comportamientos clasistas y humillantes.

Los operadores lamentaron que, lejos de cesar, estos episodios continúan, y señalaron que la usuaria incluso ha logrado que anteriormente se cambiara de ruta a algunos choferes, lo cual evidencia tolerancia e indiferencia por parte de quienes deberían intervenir.

“Presentamos nuestras denuncias ante la compañía. Esperábamos respaldo, protección o al menos una investigación. Pero lo que recibimos fue silencio. Esa omisión duele más que cualquier insulto”, señalaron en el documento.

Los trabajadores acusaron que, al no actuar de manera inmediata, General Motors está incurriendo en negligencia, pues mantiene a sus colaboradores en un entorno hostil que afecta no solo su seguridad física, sino también su estabilidad emocional.

Finalmente, hicieron un llamado directo a la armadora para asumir su responsabilidad como empresa y garantizar condiciones seguras para quienes operan el transporte que mueve diariamente a cientos de empleados. Indicaron que continuarán insistiendo hasta recibir una respuesta que frene las agresiones y evite que la situación se agrave.

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