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A sus 30 años, el opositor venezolano Lorent Enrique Gómez Saleh es un símbolo de la resistencia juvenil al gobierno de Venezuela, puesto que inició en 2007 en oposición al entonces presidente Hugo Chávez.
Oriundo del occidental estado de Táchira, este joven estaba en prisión en 2017 cuando recibió el Premio Sajarov para la Libertad de Conciencia, el cual le confirió el Parlamento Europeo por su lucha por el respeto a los derechos humanos en Venezuela. Encarcelado durante más de cuatro años porque presuntamente preparó actos armados en Colombia contra el gobierno, Nicolás Maduro aceptó liberarlo el pasado 12 de octubre y lo envió al destierro en España.
Su madre se enteró de la liberación cuando su hijo la llamó desde el avión en el que se dirigía a Madrid.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Gómez Saleh señaló que “lo único negociable en Venezuela es el fin del gobierno de Maduro” y la salida del poder del régimen fundado por Chávez.
México y Uruguay impulsarán mañana en Montevideo un diálogo oposición-oficialismo. ¿Hacia dónde debe ir ese proceso?
—La negociación con el régimen de Maduro es con base a una cosa: su salida. Definir cuáles son las condiciones y hacia dónde se van a ir Maduro y su grupo cercano y comprometido. Siempre apoyamos el diálogo y lo impulsamos, pero son ellos [los chavistas] los que lo patean e irrespetan.
México se apegó a la Doctrina Estrada bajo el principio de no intervención para evitar reconocer a Juan Guaidó y desconocer a Maduro, ¿qué piensa?
—Espero que México apoye la democracia y el respeto a los derechos humanos y ayude a Venezuela a salir de la crisis. México es importante en todo esto y no puede estar aislado de un deber internacional, como es velar por el respeto a los derechos humanos. Esto va más allá de doctrinas diplomáticas, de posturas filosóficas o ideológicas. Se trata de lo más elemental: el respeto a los derechos humanos.
Con el diálogo que proponen México y Uruguay, ¿intentará Maduro oxigenarse y ganar tiempo?
—Por más que intenten darle oxígeno, eso no es viable. Es demasiado miserable querer darle oxígeno a un Estado terrorista, a un régimen que asesina, que mata al pueblo de hambre.
¿Qué cree que hará el oficialismo en Montevideo?
—Va a querer distraer, confundir, ganar tiempo pero ese tiempo se traduce en vidas humanas, en violaciones de derechos humanos.
¿Qué representa Juan Guaidó en este panorama?
—El fenómeno Juan Guaidó no es una estrategia, es un mandato constitucional. Ante la usurpación del poder, Guaidó asumió la presidencia [de Venezuela] al ser presidente de la Asamblea. La transición no tiene vuelta atrás, es irreversible por la firme decisión del pueblo: elecciones libres y democracia.
¿Qué pasa en las fuerzas armadas de Venezuela?
—Hay un quiebre. A las fuerzas armadas les pedimos no que disparen contra Maduro, sino que arrojen las armas para que nunca más le disparen al pueblo. Mientras más se esfuercen por aparentar unidad cívico-militar, más débiles están.