NUEVA YORK.- Joaquín “El Chapo” Guzmán no hizo ni una pequeña mueca de satisfacción cuando escuchó que uno de los potenciales jurados que podría juzgarle en Estados Unidos confesaba que era “un poco fan” de su figura. El individuo en cuestión, un colombiano de Medellín que había superado su entrevista el lunes, quedó descalificado al preguntar si era posible obtener un autógrafo del sinaloense. 

Tampoco hizo ningún gesto cuando se descubrió que el único jurado que se identificó como mexicano mintió y violó su juramento: si bien en su cuestionario dijo no saber nada sobre El Chapo -algo extraño para alguien de México que ve televisiones en español en EU-, minutos más tarde confesaba que había visto la serie sobre el capo.
Este y otros obstáculos hicieron que la segunda jornada de selección de jurado en el caso de “El Chapo” no fuera tan fluida como la primera. Quizá por el cansancio de las partes, el proceso de entrevistas pareció encallarse ayer en muchos momentos, con descartes de los entrevistados por diversos motivos.

Uno de ellos es el miedo a El Chapo y su entorno, un factor que algunos potenciales jurados están confesando en sus entrevistas personales. Un hombre afirmó que tenía “algunas emociones mezcladas con miedo” sobre el caso; una chica joven dijo estar “totalmente en pánico” cuando leyó noticias que el sinaloense había prometido no hacer matar a los jurados, hasta el punto de sentirse realmente “angustiada”. 

El juez Brian Cogan informó que una de las seleccionadas le relató entre “muchas lágrimas” que no sentía miedo por ella sino que sufría por la salud de su madre, que al enterarse de que podía ser seleccionada para ser jurado del caso le dijo que “tenía que mudarse, encontrar otra casa”. 

Como la vez anterior, hubo historias pintorescas entre los potenciales jurados. Una mujer incumplió todo tipo de reglas y órdenes al leer en la sala con sus desconocidos colegas jurados noticias sobre el caso; otro quedó descartado porque conocía al juez Cogan -“me resulta familiar”, dijo el magistrado-. 

Entre los que pasaron la selección están un hombre de mediana edad que respondió que la persona que más admira en el mundo es el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “Oh sí”, afirmó, diciendo que las políticas anti-inmigrantes de la Casa Blanca no afectarían a su juicio, ni por “su nacionalidad ni por sus creencias religiosas”. “¿Cree que [El Chapo] es un `bad hombre’?”, le interpeló uno de los abogados del capo, Jeffrey Lichtman. “No sé mucho sobre este sujeto”, respondió el jurado.

El de ayer fue un día con muchos fanáticos de series sobre narcotráfico. Una profesora latina en la treintena dijo haber visto la narconovela “El Cartel de los Sapos”, reconociendo que “es ficción y que muchas cosas son exageraciones”. Una joven afroamericana afirmó haber visto el primer capítulo de la serie Narcos, de lo que solo recordaba que “el agente de la DEA es muy guapo”. Una mujer de mediana edad prohibió a su marido que le contara absolutamente nada de la serie de El Chapo en Netflix.
Todas ellas fueron aprobadas. En cambio, cayeron algunas de las figuras pintorescas que pasaron por la sala de juicios el lunes: el imitador de Michael Jackson, por miedo a que su privacidad fuera violada por la “intensa cobertura” mediática de su perfil, y el joven devorador del sándwich “El Chapo” de una tienda cercana a su trabajo, por un problema médico familiar y su “enojo” por el interés mediático en el bocadillo, que teme que le pueda identificar entre sus compañeros. 

Con todo eso, lo importante es que se consiguió el primer objetivo: tener un grupo de 40 personas aceptadas por todas las partes como válidas para integrar el jurado popular. Hizo falta entrevistar a 74 individuos.

De nuevo vestido de civil, El Chapo abandonó el estilo “disco” del primer día y su atuendo fue mucho más formal. Parecía un empresario cualquiera: traje negro, camisa celeste, corbata en tonos azules y plateados. Uno de sus abogados, Eduardo Balarezo, le ajustó el cuello justo antes de empezar la sesión. 

Guzmán repitió la misma rutina que el día anterior, anotando en un bloc de notas y comentando la jugada con Balarezo y las intérpretes que se sentaban a su lado. Debido a su encierro en aislamiento en una cárcel de máxima seguridad dijo tener problemas de audición, y seguir el procedimiento a través de auriculares donde escuchar la traducción del inglés al español le daña el oído.

En dos momentos de descanso entre entrevistados intercambió bromas que le hicieron soltar una carcajada. Durante el resto de seis horas mantuvo un gesto serio, esta vez más atento a los potenciales jurados que tienen que decidir si es culpable o no de los once delitos que se le imputan.

Para este miércoles queda la definitiva fase: la elección final de los 12 titulares (y seis suplentes) que formarán el jurado popular que juzgará a El Chapo. De los 40 seleccionados, la defensa podrá eliminar a diez y el gobierno a seis. Del resto, cada bando podrá eliminar tres de los definidos como potenciales suplentes.

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