La mayor rebelión al interior de la bancada conservadora no fue tan lejos como para echar a Theresa May del 10 de Downing Street.

Los conservadores hicieron momentáneamente a un lado sus diferencias para mantener en su cargo a Theresa May, para que sea ella quien conduzca el proceso del Brexit y no el líder opositor, el laborista Jeremy Corbyn. La moción de censura en los Comunes fue neutralizada por 325 votos a favor de la continuidad del gobierno, frente a 306 en contra.

Para la supervivencia de May fue fundamental el apoyo de los unionistas norirlandeses del DUP, quienes con sus 10 escaños marcaron la diferencia. Sin su participación, el gobierno hubiera perdido por un voto.

La moción de censura fue sometida a votación 24 horas después de que May y su plan para una salida ordenada de Gran Bretaña de la Unión Europea sufrieran una derrota en los Comunes de proporciones inéditas.

Enfundada en un traje sastre azul europeísta, May respondió al resultado subrayando que continuará trabajando para cumplir con el resultado del referéndum favorable al Brexit, al tiempo que extendió por vez primera la mano a la oposición para definir los pasos a seguir. “Invito a los líderes de los partidos parlamentarios a reunirse conmigo (…) para encontrar soluciones que sean negociables y cuenten con suficiente apoyo en esta Cámara”, dijo.

Las pláticas iniciaron la misma noche del miércoles en encuentros con los líderes del grupo liberal y los nacionalistas escoceses SNP, dos fracciones que simpatizan con el escenario de aplazar la fecha de salida para dar tiempo a organizar un nuevo referéndum. Lamentó la posición de Corbyn, quien condicionó las conversaciones al compromiso de que se retiraría de la mesa la posibilidad de un Brexit sin acuerdo. “Antes de que puedan haber conversaciones sobre el camino a seguir el gobierno debe remover claramente, de una vez por todas, la posibilidad de la catástrofe del Brexitsin acuerdo y de todo el caos que resultara de ello”, aseguró.

May anunció que volverá el lunes a los Comunes para informar sobre el camino a seguir. El Reino Unido se ha fijado el 29 de marzo como la fecha que abandonará la Unión Europea.

Al Parlamento británico, el cual tiene la última palabra sobre el tipo de divorcio, le quedan sólo 37 días de sesiones.

Los líderes de la Unión Europea reaccionaron insistiendo en que se trata de un problema británico, por lo que demandaron a May claridad sobre cómo quiere proceder para una salida ordenada.

“Depende de los británicos decirnos qué sucederá a continuación”, sostuvo la canciller alemana, Angela Merkel, insistiendo en que el Brexit tendrá impactos negativos, por lo que es necesario limitar los daños tanto como sea posible. “Estamos a 10 semanas y el riesgo de una salida sin acuerdo ha aumentado significativamente”, dijo el jefe negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, en un debate celebrado ayer en el Parlamento Europeo.

En lo que el Reino Unido se define, de Lisboa a Ámsterdam, de Dublín a Berlín, anunciaron que acelerarán los procedimientos para la implementación de los planes de contingencia ante un Brexit duro.

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