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El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, sucesor de Fidel y Raúl Castro, se estrenó ante la ONU el miércoles con una defensa enfática del modelo socialista que rige en la isla desde hace casi seis décadas: "Somos la continuidad, no la ruptura", afirmó.
"El cambio generacional en nuestro gobierno no debe ilusionar a los adversarios de la Revolución", señaló el dirigente de 58 años ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la principal reunión anual de la diplomacia mundial.
Cuando se cumplen exactamente 58 años de la primera intervención en ese mismo foro de Fidel Castro, padre de la revolución cubana de 1959, Díaz-Canel aseguró que Cuba avanza para perfeccionar su sistema económico y social.
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"La Cuba en nombre de la cual hablo hoy es orgullosa continuadora de esa política independiente, soberana, fraternal y solidaria con los pobres de la tierra, productores de toda la riqueza del planeta, aunque el injusto orden global los castigue con la miseria, en nombre de palabras como democracia, libertad y derechos humanos, que los poderosos en la realidad han vaciado de contenido", aseveró.
Díaz-Canel arremetió contra el capitalismo, un paradigma que según dijo "afianzó" el colonialismo e hizo nacer "el fascismo, el terrorismo y el apartheid", promovió guerras, quebrantó soberanías, y es responsable de que millones padezcan pobreza, hambre y analfabetismo.
"Esas realidades no son frutos del socialismo, como el presidente de Estados Unidos (Donald Trump) afirmó ayer (martes) en esta sala", dijo.
El mandatario cubano deploró que la ONU disfrace guerras como "intervenciones humanitarias" y permita "golpes suaves" por parte de algunas potencias. Y llamó a fortalecer la Asamblea General como principal órgano de deliberación, así como a democratizar el Consejo de Seguridad.
Díaz-Canel advirtió además sobre "persistentes amenazas" contra América Latina ante el "despliegue imperial" de Estados Unidos, al que señaló de atacar "con especial saña" a Venezuela.
"Queremos reiterar nuestro absoluto respaldo a la Revolución Bolivariana y chavista, a la unión cívico-militar del pueblo venezolano y a su gobierno legítimo y democrático, conducido por el presidente constitucional Nicolás Maduro", dijo, rechazando las sanciones estadounidenses a Caracas.
También denunció "los intentos de desestabilizar al gobierno de Nicaragua, un país de paz y donde se han conseguido notables avances sociales, económicos y de seguridad ciudadana" y "el encarcelamiento con fines políticos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (...) el líder más popular de Brasil".
Díaz-Canel saludó por otra parte el "diálogo intercoreano", al tiempo que condenó "enérgicamente" la imposición de sanciones contra Corea del Norte y la injerencia en sus asuntos internos.
También se pronunció contra las medidas punitivas de Estados Unidos contra China, la Unión Europea y otros países y advirtió que tendrán "dañinas consecuencias" en particular en los países en desarrollo.
Como usualmente ha hecho Cuba, Díaz-Canel reclamó "el fin del cruel bloqueo económico, comercial y financiero" impuesto por Estados Unidos en 1960, subrayando el interés de La Habana en tener una relación de igual a igual con Washington.
A pesar de esas hostilidades, enfatizó: "¡Aquí está la Revolución Cubana, viva y pujante, fiel a sus principios!".