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El senador panista Luis Fernando Salazar Fernández es legislador y candidato al mismo tiempo. Mientras hace campaña para conseguir una diputación federal por el V distrito de Torreón, Coahuila, continúa recibiendo una dieta de 164 mil 480 pesos al mes como miembro de la Cámara Alta.
En diciembre pasado, el diputado coahuilense pidió licencia al cargo, dejó su escaño en manos de su suplente y en cuanto terminó el periodo ordinario de sesiones regresó. Ahora, mientras hace campaña en su natal Coahuila es miembro activo de la Cámara Alta, y sólo si lo llaman a una sesión extraordinaria debe presentarse. Estar activo le garantiza que le sigan pagando.
El próximo 1 de julio competirán por un cargo de elección popular al menos 795 candidatos chapulines —uno de ellos es Salazar Fernández—, de acuerdo con un recuento realizado por EL UNIVERSAL en 31 de los 32 estados de la República Mexicana, sin contar la Ciudad de México. De este total de aspirantes, 345, es decir, 43%, buscan presidir uno de los mil 596 ayuntamientos que estarán en juego.
En el argot político se les conoce como chapulines a los funcionarios que abandonan su cargo actual para “brincar” a otro o reelegirse; algunos optan por saltar a las filas de un partido distinto o convertirse en independientes.
No hay límites, desde un regidor hasta un gobernador pueden chapulinear. Ejemplo de ello es el candidato independiente a la Presidencia, Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, quien dejó su puesto como gobernador de Nuevo León, en el que llevaba poco más de 800 días, para hacer campaña.
En febrero de 2015, mientras buscaba la gubernatura por la vía independiente, El Bronco prometió concluir su mandato e incluso calificó de “inmoral” el chapulineo; sin embargo, su postura cambió y en octubre de 2017 confirmó que iría por la Presidencia.
Para ciertos cargos de elección popular, la Constitución, las leyes electorales y las legislaciones locales estipulan que los funcionarios que deseen competir en la contienda electoral deben separarse de su cargo definitivamente o de manera temporal meses antes de la elección; sin embargo, esto no es aplicable para todas las candidaturas, sobre todo en las locales.
Brincan en el norte y también en el sur
En el proceso electoral de este año estarán en juego 3 mil 415 cargos de elección federales, estatales y municipales. De acuerdo con la información recabada por EL UNIVERSAL, Oaxaca es la entidad con mayor número de chapulines, con al menos 64 candidatos. En la lista siguen Jalisco, con 63 abanderados; Guanajuato, con 56; Sinaloa y Michoacán, con 52; así como Guerrero y Estado de México, con 50.
En algunos casos, las renuncias o solicitudes de licencia de los aspirantes en estos estados han acaparado los reflectores. Por ejemplo, en Sinaloa, el Congreso local concluirá su periodo, en septiembre próximo, con 31 diputados suplentes de los 40 que lo integran. Los propietarios de las curules pidieron permiso para buscar la reelección u otro cargo público.
La decisión de estos legisladores, de “abandonar el barco” antes de tiempo, causó molestia entre algunos sectores, por ejemplo, el empresarial, que cuestionó la experiencia de los suplentes a la hora de legislar.
En contraste con estas entidades, en Nayarit se tiene sólo el registro de dos candidatos chapulines. Se trata del diputado federal por el PRD Guadalupe Acosta Naranjo, quien sin renunciar a su curul hace campaña para conseguir un escaño en la Cámara Alta como abanderado de la coalición Por México al Frente (PAN, PRD, MC), y el senador priísta Manuel Cota Jiménez, quien tampoco ha pedido licencia y busca un lugar en la Cámara Baja por su mismo partido.
La lista de estados con el registro de chapulineo más bajo la integran también Yucatán, con tres candidatos; Baja California, con cinco; Campeche, con seis; Coahuila, con siete; Durango, con ocho y Veracruz, con nueve.
Nayarit y Baja California son las únicas dos entidades donde sólo habrá elecciones federales, es decir, se elegirán únicamente diputados, senadores y el Presidente de la República; sin embargo, hay chapulines. En esas tierras los aspirantes buscan prácticamente brincar de la Cámara Alta a la Baja o viceversa.
Saltos de color
Carol Antonio Altamirano, sobrino de quien fuera administrador de Los Pinos con Ernesto Zedillo, Carlos Altamirano Toledo, ha tenido una “colorida” trayectoria política. El oaxaqueño ha sido abanderado de cuatro partidos, de derecha e izquierda.
De los 795 candidatos chapulines detectados por EL UNIVERSAL, 62 cambiaron de partido, 25 se convirtieron en abanderados de Morena o alguno de su partidos aliados.
Bajo las siglas del PRI, Carol Antonio ganó hace una década la alcaldía de su natal Asunción Ixtaltepec. Tras ello se afilió al PRD y fue diputado local, luego entró a la Cámara Baja y después se desempeñó como secretario de la Comisión de Hacienda y Crédito Público.
En el proceso electoral 2016, sin afiliarse y debido a que iban en alianza, el PAN lo postuló como diputado local y ganó; tras ello lo hicieron coordinador de la bancada perredista. El 9 de marzo de este año presentó su renuncia al sol azteca para unirse a Morena, desde donde hoy contiende nuevamente como candidato a diputado local por el distrito de Salina Cruz.
De acuerdo con la información recabada, 349 de los 795 candidatos chapulines son abanderados del PRI o algunas de sus coaliciones en los estados, es decir, 43% de los registrados. Los segundos en la lista son los aspirantes de Acción Nacional, o alguna de sus alianzas, con 274 aspirantes.
De jardín en jardín
De los 795 candidatos chapulines detectados, 269 aún se encuentran en el cargo, muchos no están obligados a renunciar o pedir licencia, las leyes electorales no lo estipulan. La mayoría, 513, son del sexo masculino y 282 son mujeres.
Los puestos que en su mayoría “abandonaron” estos candidatos chapulines son diputaciones locales, presidencias municipales y alguna función en algún partido político o institución gubernamental.
En Jalisco llamó la atención el caso de Pedro Kumamoto, diputado local por la vía independiente, quien pidió licencia para dejar su curul y ahora aspira al Senado sin el respaldo de ningún partido político. Ahora, también existen chapulines independientes.
De los 345 candidatos que brincarán tras una presidencia municipal, 26 se ubican en Tamaulipas. La cifra llama la atención, pues representa más de 50% del total alcaldes de la entidad; es decir, de los 43 ediles, 26 quieren chapulinear a otro puesto. Entre los cargos favoritos de estos candidatos también figuran las diputaciones locales y federales.
Para Silvia Gómez-Tagle, investigadora de El Colegio de México, además de dejar cargos inconclusos, el fenómeno del chapulineo refleja la falta de indentidad política de candidatos y militantes, pues en aras de alcanzar nuevos puestos traicionan principios partidistas e ideológicos.
***Con información de corresponsales