Metapa de Domínguez.— Apoyado en un bastón y con una prótesis en la pierna izquierda, Geovany Vindey, de 42 años, ha caminado con la tercera caravana de migrantes más de 300 kilómetros de la frontera de El Salvador hasta el poblado de Tecún Umán, Guatemala, localidad fronteriza con México.

El pasado viernes, con mucha dificultad y apoyado por jóvenes, el salvadoreño cruzó el río Suchiate, que sirve de división política entre México y Guatemala, y durante nueve horas recorrió 18 kilómetros hasta llegar a este municipio, donde tomaron un descanso para reanudar su camino esta madrugada.

“Cruzar el río fue lo más difícil de esta caminata, la corriente me jalaba y unos jóvenes me ayudaron, pero lo logré y aquí sigo”, señala el hombre que en El Salvador se dedicaba a la venta de accesorios para carros, con lo que percibía una ganancia de 10 dólares diarios (unos 180 pesos).

Geovany recuerda que perdió la pierna izquierda hace dos décadas cuando viajaba a bordo de una bicicleta. “El viento de un camión me hizo perder el equilibrio y mi pierna fue destrozada por una rueda, por eso uso prótesis”, explica.

Relata que cuando se enteró de que saldría una carava de San Salvador vio la oportunidad que estaba buscando desde hace mucho para ir a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida para sus menores hijos. “Le dije a mi esposa que me iba, ella me respondió que lo pensara, tomé una mochila con unas cuantas ropas y me vine a buscar el sueño americano”, platica.

Geovany no ha podido comunicarse con sus hijos de ocho, siete y dos años —tiene además un bebé de siete meses— desde hace seis días que lleva viajando en la caravana.

“Extraño a mis hijos, ha sido difícil dejarlos, pero es para buscar un futuro mejor para ellos”, dice mientras de sus ojos escurren lágrimas.

“Voy a llegar, primero Dios, a Estados Unidos, no importa que tenga esta discapacidad”, señala.

Refiere que caminar con la prótesis resulta doloroso y muy cansando; sin embargo, señala que cualquier sacrificio vale la pena.

El salvadoreño asegura que la militarización que ha ordenado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la frontera sur no lo desanima para continuar el viaje, ni la detención que el Instituto Nacional de Migración (INM) hace de integrantes que viajan en las caravanas.

Explica que su estrategia para no quedarse atrás y ser detenido por agentes migratorios por su discapacidad, es caminar en medio del contingente de centroamericanos.

Geovany busca un lugar para dormir esta noche en el parque techado de este pequeño municipio —con una población de más de 5 mil habitantes, de acuerdo con el censo de 2010 del Inegi—; el domingo tendrá que caminar unos 18 kilómetros al municipio de Tapachula.

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