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“Arruinaron mi reputación”, señaló Fernando Tinajero, estudiante de Derecho de 20 años de edad a quien la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) confundió con uno de los porros que atacaron a estudiantes el pasado 3 de septiembre y ordenó su expulsión.
Después de que la universidad admitió que confundió a Fernando con otro individuo que sí participó en las agresiones, para el joven de 20 años de edad sólo queda esperar que su situación académica se regularice y pueda regresar a clases puesto que, confiesa, ya perdió dos días y un examen parcial de “Introducción al Derecho”, lo cual le preocupa.
“Espero poder regresar a clases lo antes posible. Solo lo tengo que revisar con mi abogado para ver si ya está solucionado.
“Fue un error grave. Mancharon mi reputación, difundieron mi nombre y lo difamaron”, agregó.
Con mucha ilusión, Fernando Tinajero inició en agosto pasado su primer semestre como estudiante en la Licenciatura en Derecho en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
Después de terminar en tiempo y forma su bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco, logró un promedio de 8 y el pase reglamentado a la FES, el primer paso para cumplir su sueño de convertirse en abogado.
Hasta hoy, ese sueño estuvo en riesgo después de que la UNAM lo acusó públicamente de haber participado en las agresiones contra estudiantes el pasado 3 de septiembre y decretó su expulsión.
El temor de Fernando era que se declarara formalmente su expulsión, y estar en la lista de 15 personas que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México anunció que ya cuentan con orden de aprehensión por su participación en los hechos ocurridos en la explanada de Rectoría.
“La PGJ emitió órdenes de aprehensión en contra de 10 personas. Estoy preocupado de que me mencionen en esa lista por supuestamente estar ahí. Quiero presentarme ante el tribunal universitario, informar a las autoridades y presentar mis evidencias. Que quede clara mi situación: que yo no estuve ahí”, dijo en entrevista antes de darse a conocer el error de la institución, que confundió sus características físicas con uno de los agresores según lo que dio a conocer en un comunicado.
En realidad, el día de los ataques Fernando se encontraba en una pizzería cerca de su casa y a 30 kilómetros de la Torre de Rectoría, donde ocurrió la agresión contra los alumnos. Para probarlo, consiguió videos de la pizzería a la que acudió y testimonios que lo ubican lejos del lugar de los hechos.
El 5 de septiembre, el día de la manifestación de 30 mil estudiantes a Ciudad Universitaria, Fernando encontró un papel pegado con diurex a la puerta de su casa en la que le avisaban su expulsión. A él y a su familia los inundó un sentimiento de angustia y temor.
Tanto así que días después, cuando se dio a conocer que la PGJ CDMX tenía una lista de personas con órdenes de aprehensión, Fernando dejó de salir de su casa por temor a que lo detuvieran.
“Quiero saber cuáles fueron sus evidencias y en qué se basaron para hacer dicha acusación. Yo no estuve ahí. No sé de dónde sacaron mi nombre ni cómo pudieron ubicarme”, dijo.