Más Información
Claudia Sheinbaum entra al top 100 de “Titanes”; Revista Time la suma a los líderes más influyentes en tema ambiental mundial
Moody’s cambia la perspectiva de México de estable a negativa; reforma judicial pone en riesgo solidez fiscal, afirma
Austeridad republicana no va a servir para la seguridad, dice Ken Salazar; hay un problema muy grande
En octubre de 1963, el dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Fidel Velázquez, destapó a Gustavo Díaz Ordaz como candidato del PRI a la Presidencia de la República. Lo había hecho con Miguel Alemán y Adolfo López Mateos, acción que mostraba el poder que tenía el líder obrero, quien desde la CTM fue pieza clave del enlace y control del sector obrero con su partido y el gobierno.
La caída electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el debilitamiento del llamado “sindicalismo oficial” trajo consigo a sectores obreros leales a Andrés Manuel López Obrador, vinculados con Morena, que se posicionan con mayor fuerza en el panorama de las agrupaciones obreras mexicanas, en donde se vive un reacomodo, consideran especialistas.
Los grupos encabezados por los senadores morenistas Napoleón Gómez Urrutia y Pedro Haces Barba —el primero que afirma tener coincidencias con el proyecto de López Obrador y el segundo que se declara “soldado del Presidente”— se perfilan como columna vertebral del nuevo movimiento obrero, al aglutinar a 150 y 700 sindicatos, respectivamente, es decir, 850 agrupaciones afines a liderazgos pro-López Obrador.
Pedro Haces, quien conformó su organización desde 2011, deja clara su cercanía con Andrés Manuel López Obrador y afirma que es “totalmente soldado del Presidente”. Aclara que su confederación no pertenece a un partido; sin embargo, él es senador de Morena.
Especialistas consideran que la influencia de la CTM en las decisiones políticas del país ha disminuido considerablemente, y aunque su actual dirigente, Carlos Aceves del Olmo, subrayó que esa agrupación está fuerte, la creación de nuevas expresiones sindicales, como la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), encabezada por el líder minero Napoleón Gómez Urrutia, y la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), de Pedro Haces, ligadas a Morena, se manifiestan para mantener mayor fuerza en el sector obrero.
Ante ese panorama, Aceves del Olmo recalcó que no se afiliaría a otra federación, porque más bien su confederación está para que se sumen. Actualmente, según datos de la organización, cuenta con 4.5 millones de integrantes, 33 federaciones estatales, y 180 regionales y locales; 3 mil sindicatos locales y 70 nacionales, entre ellos, el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), el Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de la Televisión y Radio, Similares y Conexos de la República Mexicana (Sitatyr), y de sectores como el automotriz, petroquímico, construcción, refresquero y de alimentos, entre otros.
En el sector político, la CTM sólo cuenta con un escaño en el Senado, ocupado por Carlos Aceves del Olmo. Gómez Urrutia es el único representante de su central obrera, la CIT, en el Congreso. La CATEM, de Pedro Haces cuenta con 37 diputados y dos senadores de la República.
Según datos de la Dirección General de Registro de Asociaciones, órgano de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), existen 32 centrales obreras reconocidas por esta dependencia, entre éstas las ligadas al PRI, como la CTM, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Obrera Revolucionaria (COR), la Confederación Revolucionaria de Trabajadores (CRT), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE).
Para Arturo Alcalde, abogado laboral, existe un reacomodo de las organizaciones sindicales propiciado por la crisis de las “formas tradicionales” en las que operan estos gremios. “Tiene que cambiar todo mundo, empresarios y gobierno, a partir del diálogo social y productivo, hacia el uso racional de los recursos humanos”.
Aseguró que “hay incertidumbre” en los sindicatos por la transparencia, con lo que 90% de los contratos colectivos deberán ser públicos, así como por la democracia sindical. “No se ha cumplido el capítulo de la ley general que establece que todos los contratos colectivos tienen que estar a disposición de la población”.
Óscar De la Vega, litigante del despacho De la Vega & Martínez Rojas, consideró que los sindicatos deben reinventarse para llegar a los trabajadores jóvenes, quienes están aislados de estas organizaciones y ante este sector no poseen credibilidad, la cual se debe en gran parte al corporativismo que prevaleció, por lo que a las nuevas generaciones no les interesa afiliarse.
Destacó que el reacomodo del sector obrero, en el que percibe un debilitamiento de los sindicatos tradicionales, es una “oportunidad de oro para entrarle de lleno a la democracia sindical”.
Alfonso Bouzas, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, descartó que las centrales obreras tradicionales se estén “desmoronando”, aunque reconoció que han perdido fuerza y que el nuevo escenario laboral, con el tratado comercial con América del Norte, que obliga a cumplir ciertos estándares en el sector, está propiciando el movimiento de los sindicatos.
“Se abre la puerta para que fenómenos como éste se den y se repitan con naturalidad, van a haber nuevos sindicatos y federaciones que respondan a los intereses de los trabajadores y en ese escenario los van a avalar, y si no responden a los intereses, los van a barrer”, enfatizó.