En la escena del crimen, ellos deciden qué indicios físicos conservar. Buscan elementos para probar cómo ocurrió el homicidio y quién podría haberlo cometido. Son la Unidad de Criminalística de los Servicios Periciales de la Fiscalía General del estado, conocida como Los Bravos, grupo que en mayo pasado logró su acreditación como uno de los mejores a nivel internacional.

El equipo obtuvo la certificación bajo la norma internacional ISO/IEC 17020 por la ANSI National Acreditation Board (ANAB, por sus siglas en inglés), el proveedor más antiguo de acreditación para agencias forenses en Estados Unidos, que también la distinguió como la unidad mejor evaluada en los últimos 20 años.

El reconocimiento enorgullece a Los Bravos, pero ahora es indispensable sensibilizar a la sociedad sobre el trabajo que realizan los peritos de esta frontera, porque la labor del Ministerio Público, de los agentes investigadores e incluso del Servicio Médico Forense (Semefo) ha sido satanizada, señala Javier García, jefe de Servicios Periciales en la zona norte y quien coordinó al equipo durante siete años.

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El grupo procesa las evidencias, recopila información y reconstruye los hechos.

Presume que, aunque existe una carga excesiva de trabajo y no se puede tener el flujo deseado, hay un gran profesionalismo, compromiso y ética en la agrupación. Con García coinciden peritos, quienes señalan que se olvidan de la vida social para dedicarse de lleno a Los Bravos. “Pensar en un horario de salida es utópico”, dicen.

En busca de evidencias

Luego del homicidio de ocho personas en una vivienda, las autoridades trabajaban para encontrar a los responsables. Uno de los sospechosos afirma que nunca había estado en la vivienda, pero los peritos encuentran evidencias. Al verse descubierto, el involucrado reconoce que estuvo en el lugar, pero asegura que no intervino.

Los agentes hallan rastros de sangre en sus zapatos y el probable responsable justifica que son porque ingresó a la escena del crimen. Finalmente, los peritos localizan huellas hemáticas de proyección en su ropa, hallazgo que lo coloca directamente como agresor.

El procesamiento de las evidencias, la recopilación de la información y la reconstrucción de los hechos obligaron al detenido a confesar su responsabilidad en el crimen.

El origen

Esta unidad fue creada en 2000 y su trabajo cobra relevancia años después por dos motivos: el primero, la instauración del nuevo sistema de justicia penal, pues todo delito imputado debe demostrarse a través de evidencia científica y técnica; el segundo, para hacer frente al desafío de la inseguridad y la investigación de un alto número de homicidios —hasta 15 diarios—.

Con esta carga de trabajo, la fiscalía del estado debió organizarse en grupos especializados, así surgió el grupo Zeus, especialista en homicidios, y también Los Bravos, integrado por peritos investigadores.

La labor de Los Bravos es indispensable para evitar que un hecho quede impune, que un inocente vaya a la cárcel y que un culpable quede libre, señala García.

Recuerda que en 2010 el grupo sufrió su año más trágico, pues tres de sus coordinadores fueron asesinados, mientras que en 2011 se registró otro homicidio.

No obstante, estas pérdidas hicieron surgir lo mejor de la organización y desde entonces se trabaja con más compromiso en memoria de sus compañeros caídos.

García narra que él inició haciendo su servicio social en periciales, sellando oficios y llevándolos a los agentes.

Posteriormente, colaboró en el área de criminalística digitalizando fotografías de 35 milímetros. En 2007 se le dio la oportunidad de ser camillero en el forense y perito criminalista en 2008. Fue en 2010 cuando asumió la responsabilidad como líder del grupo. En su momento, dijo, aceptó esta encomienda porque sus compañeros lo animaron y le refrendaron su compromiso total con Los Bravos, lo que les permitió formar un equipo unido que trabajó en armonía desde que empezó su coordinación, hasta la fecha, pues desde la jefatura los sigue impulsando y apoyando.

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Raymundo Grado, Rommel Martínez, Rafael García y Javier García (de izq. a der.)

“El principal reto siempre es crear un buen ambiente de trabajo, estar en armonía, pero, sobre todo, ser un líder y predicar con el ejemplo”, señala.

García sigue acudiendo a los lugares donde Los Bravos laboran y va al frente en trabajos de campo. En lo que va de este año, la agrupación ha intervenido en 927 casos, la mayoría de muertes violentas; sin embargo, atienden todo tipo de hechos que pudieron haber sido producto de una conducta delictiva.

Los niños, lo más difícil

Raymundo Grado ingresó a la Unidad de Servicios Periciales en enero de 2008 para hacer su servicio social en el área de laboratorios; sin embargo, cuando se incrementó la carga laboral por la violencia extrema, un importante número del personal de la unidad renunció y eso abrió las puertas para que Raymundo y otros compañeros obtuvieran una oportunidad de trabajo en los laboratorios.

Con el firme compromiso de sacar al grupo adelante, Raymundo, de 23 años, se olvidó de la vida social para dedicarse de lleno a Los Bravos. Desde entonces ha presenciado toda clase de escenas, pero las más difíciles, reconoce, son las que involucran a menores de edad.

Pese a todas las circunstancias que se presentan, Raymundo —padre de tres niñas— se considera afortunado por ser parte de Los Bravos: “Hay mucho interés estudiantil, pero somos pocos los que podemos servir a la sociedad desde aquí”.

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La labor del grupo de peritos es indispensable para evitar que un crimen quede impune, que un inocente vaya a la cárcel o que un culpable quede libre, dice el jefe de Servicios Periciales.

Más que un trabajo, una vocación

El perito criminalista Rafael García inició como camillero y su crecimiento dentro de Los Bravos obedece —dice— a su vocación de servir. Al llegar al trabajo se enfoca en la recepción y revisión de unidades, con el fin de que cuenten con todo el equipo necesario para el procesamiento de la evidencia: “Es importante estar preparados para cuando se suscite el primer llamado”. Después de las intervenciones, los peritos regresan a la oficina para realizar los informes de lo que se analizó y recolectó.

El grupo tiene la capacidad de intervenir en cualquier evento en el que probablemente haya ocurrido un delito; robo, secuestro, homicidio y extorsión, entre otros, siempre y cuando el Ministerio Público lo solicite.

Pensar en un horario de salida es utópico, admite Rafael, pues llegan puntuales al inicio de su turno, aunque si el trabajo lo demanda, pasan hasta dos días sin dormir.

Sensibilidad, ante todo

El coordinador del área de criminalística, Rommel Martínez, tiene nueve años en la Unidad de Servicios Periciales y dos al frente de Los Bravos, grupo integrado por 18 peritos.

“Nuestro trabajo está en la mira de todo el mundo, porque es muy sensible y significativo”, admite Rommel.

A pesar de que la carga laboral excede al personal, se dice orgulloso del compromiso y efectividad de sus compañeros.

El nombre de Bravos no saben a ciencia cierta de dónde viene, algunos lo atribuyen a que utilizaban un uniforme distintivo rojo y otros dicen que se debe más bien al equipo de futbol de la ciudad que, por aquellas fechas, jugaba en la primera división, aunque no por mucho tiempo.

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