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Tucson, Arizona.— Cody, el niño de ocho años que sobrevivió al ataque contra miembros de la comunidad mormona en México, el pasado 4 de noviembre en Bavispe, Sonora, y en el que murieron tres mujeres y seis niños —entre ellos su madre y dos hermanos— se recupera lentamente en un hospital de Arizona.
El pequeño recibió un balazo un pie y otro en la mandíbula, herida por la que ya había sido sometido a una cirugía. Apenas la semana pasada tuvo que regresar al quirófano para extirparle una tercera bala que había quedado alojada a la altura de la cadera.
De acuerdo con su tía Leah Langford-Staddon, Cody lleva una recuperación lenta, pero adecuada. Las huellas de las heridas permanecen en su cara y cuerpo, pero la que más problemas le causa es la de su pie, no puede caminar y ahora enfoca sus esfuerzos en las terapias para volver a correr.
En un video que Leah subió a su cuenta de Facebook se puede ver al pequeño Cody en una silla de ruedas, auxiliado por personal médico que le ayuda a ponerse de pie y a dar algunos pasos con una andadera, lo cual hace el niño con mucha dificultad.
En la cara del menor se logra observar el daño que le causó la bala, pues destruyó su mandíbula. Es un video muy corto, pero con mucho significado: se escucha la voz de su padre preguntándole cómo se siente y él responde con dificultad: “Bien”.
Él es el único de los cinco niños heridos en el ataque que continúa hospitalizado en el Diamond Children Hospital de Tucson, Arizona.
En otro video se observa a Cody en su silla de ruedas. En su mensaje, Leah escribió en inglés: “Guerrero. Así es como luce un verdadero guerrero. Con el permiso de su papá, quiero que todos vean su progreso. Él es un verdadero milagro. Gracias Dios por Cody. Gracias Dios por este niño que es un ejemplo de valor”.
Sin embargo, también expuso el rencor que siente tras el ataque: “Nos fallaste, México. No mereces a mi familia”, escribió.
Leah Langford-Standdon y su familia son parte del centenar de mexicoamericanos, miembros de la comunidad mormona de La Mora, Sonora, que dejaron México y buscan establecerse en Estados Unidos por la violencia.
El día del atentado, Cody estaba muy mal herido y sangraba mucho cuando su hermano Devin, de 13 años, los escondió para salvarlos. Pasaron casi 10 horas entre que se ocultaron, los encontraron, los trasladaron y, finalmente llegaron a un hospital.
Su familia dice que es increíble que el niño, tan pequeño y frágil, resistiera tanto tiempo y un traslado tan largo. Su padre, David Langford, lo llama su “niño milagro”.
Cody hace esfuerzos por hablar lo mejor posible. La operación para la reconstrucción de su mandíbula duró muchas horas, pero es su pie derecho el que va a necesitar aún más tiempo para recuperar el movimiento que le permita caminar normalmente.
Se estima que pasarán varios meses antes de ver a Cody correr y hablar con fluidez de nuevo; quizá algunas cicatrices queden a la vista.
David Langford y sus hijos están ya en Estados Unidos y mientras Cody permanezca en el hospital, vivirán en Tucson, Arizona. Después, no saben si se quedan o se van a Utah. Regresar a México no es una opción para ellos, de momento.